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Argentina llegó a Catar, la tierra soñada que invita a soñar en grande

LA SELECCIÓN POSÓ CON UNA BANDERA EN APOYO AL KUN AGÛERO.

La Selección argentina ya aseguró su lugar en el Mundial 2022. Sin sufrimiento como en las Eliminatorias para Rusia 2018, pero con el valor agregado de haber conquistado hace pocos meses la Copa América, el equipo de Lionel Scaloni cumplió el objetivo de mínima que asoma cada cuatro años en el horizonte futbolístico internacional. Hoy los albicelestes pueden golpearse orgullosamente el pecho por haber llegado a Catar, la tierra soñada; la tierra en la que anidarán los sueños de gloria de un Seleccionado que, contra todos los pronósticos, nació para hacer historia.

Para tener una exacta dimensión de los logros de este equipo es preciso recordar su confuso nacimiento: surgió de los escombros del desquiciante paso del conjunto de Jorge Sampaoli por la Copa del Mundo disputada en Rusia, con un absoluto reclamo de renovación del plantel y con un técnico como Scaloni que de la noche a la mañana debió hacer un curso acelerado de entrenador.

Argentina se sobrepuso a todo eso. El DT resultó ser un gran DT. O al menos uno que construyó un equipo con identidad propia y que consiguió que los futbolistas se jueguen por él y se sientan parte importante de la Selección, ya que sea que tengan roles protagónicos o no.

Todos tiran para el mismo lado, se ayudan, se sacrifican por el compañero que viste la misma camiseta que ellos y, fundamentalmente, permitieron que por fin Lionel Messi se sintiera cómodo y no se viera obligado a ser el permanente salvador del equipo cuando al resto los nervios y la presión le ataban las piernas y le nublaba la mente.

SCALONI PASÓ DE TÉCNICO CUESTIONADO A GRAN DT.

Y también permitió la redención del propio Messi, a quien ya nadie se atrevería a acusarlo de rendir mejor en su club que en la Selección; de Ángel Di María, quien dejó en el pasado las lesiones en partidos clave y las actuaciones contradictorias, y devolvió a los primeros planos a Nicolás Otamendi, un defensor que parecía haber vivido en Rusia sus últimas horas en celeste y blanco.

Había amagado con dar un gran golpe en 2019 en la edición del certamen sudamericano de selecciones que se realizó también en Brasil y que, con tantas luces como sombras, dejó a los de Scaloni en el tercer puesto.

La obtención de la Copa América de este año fue el pico de un proceso que hizo historia. ¡En el mismísimo Maracaná y derrotando a Brasil en la final! Mejor, imposible.

Bueno, quizás exista algo comparable: librarse de la angustia que suele caracterizar a la etapa clasificatoria para una Copa del Mundo. Argentina, como pocas veces en la historia, desfiló por las Eliminatorias.

Llegó a Catar –como se escribe según la Real Academia Española a pesar del hábito de llamarlo Qatar- cuatro fechas antes del final de la fase previa del Mundial. Para ser rigurosos fue cinco jornadas antes, pues todavía no se le puso punto final a la bochornosa suspensión del duelo con Brasil en Recife por culpa de las autoridades sanitarias de ese país.

UNA CLASIFICACIÓN INTACHABLE

A lo largo de la etapa clasificatoria la Selección desplegó una campaña para el aplauso. Ganó 8 partidos y empató 5.

Pasó de un comienzo con dudas en el ajustado triunfo por 1-0 sobre Ecuador a vencer 2-1 a Bolivia en la altura de La Paz, donde antes apenas se habían registrado tres éxitos en partidos correspondientes a Eliminatorias.  

Tras el empate 1-1 con Paraguay en Buenos Aires llegó el 2-0 sobre Perú en Lima que cerró un 2020 dominado por la incertidumbre impuesta por el coronavirus. En ese entonces escoltaba a un Brasil que solo entendía de triunfos.

Ya en 2021, se dio la igualdad en un tanto con Chile en Santiago del Estero que marcó el debut de Emiliano Martínez en el arco por el aislamiento de Franco Armani debido el covid-19 que golpeó al plantel de River, y un 2-2 con Colombia en el que Dibu salió lesionado a los 40 minutos y fue reemplazado por Agustín Marchesín.

En el medio pasó la Copa América desarrollada en Brasil que le devolvió la felicidad al fútbol argentino después de 28 años de perseguir infructuosamente un título oficial. Con el ya legendario gol de Di María en el Maracaná, los albicelestes subieron al primer escalón del podio, situación que no se daba desde el título conseguido en Ecuador 1993 por el elenco que conducía el Coco Alfio Basile.

EL FESTEJO DE MESSI EN SU GRAN NOCHE CONTRA BOLIVIA.

Con el aval de saberse el mejor equipo del continente, la Selección puso en marcha una racha contundente que se inició con el 3-1 frente a Venezuela en Caracas.

Luego se produjo la insólita suspensión en Recife cuando habían transcurrido apenas cinco minutos del partido contra Brasil en el reencuentro de los recientes finalistas continentales.

Más tarde llegó la esperada presentación del campeón de América ante su público. Fue en el 3-0 contra Bolivia en un estadio Monumental que volvió a contar con público después de mucho tiempo. El 9 de septiembre, hace algo más de dos meses, Messi se despachó con tres tantos en una noche de fiesta para la Selección, cobijada por una hinchada que la recibió con un afecto y un sentido de pertenencia que hacía bastante no estaban asociados con el representativo nacional.

A un 0-0 con Paraguay en Asunción en el que los de Scaloni pagaron un precio muy alto a su falta de puntería para definir, le siguió la goleada 3-0 sobre Uruguay con los gritos de Messi, De Paul y Lautaro Martínez, el máximo artillero del ciclo Scaloni, con 17 conquistas, dos más que La Pulga.

Con el pasaje a Catar cada vez más cercano, Argentina derrotó 1-0 a Perú en Lima con otro aporte decisivo de Lautaro Martínez y con el guiño de la fortuna, que hizo que un penal ejecutado por Yoshimar Yotún se estrellara en el travesaño del arco de Dibu Martínez.

Y hace una semana el triunfo contra Uruguay por 1-0 en el estadio Campeón del Siglo, en las afueras de Montevideo, fue el prólogo de la ansiada clasificación.

El empate 0-0 con Brasil en el pobre y peleado encuentro celebrado ayer en San Juan, sumado al vital éxito de Ecuador por 2-0 sobre Chile en Santiago catapultó a los albicelestes hacia el Mundial. Cuatro fechas antes. Con margen y momentos de buen fútbol a lo largo de las Eliminatorias.

LA MANO DE SCALONI

Luchando contra el estigma de ser un técnico novato, Scaloni modeló un Seleccionado con estilo propio. El entrenador hizo apuestas fuertes y ganó la mayoría de ellas.

Desterró la noción de que un equipo necesita un 5 que muerda en el medio y juegue poco y nada. Ese puesto lo ocupa Leandro Paredes, un 10 reconvertido en mediocampista central. Es cierto: a veces el hombre del Paris Saint-Germain comete faltas innecesarias lejos de su radio de acción porque queda desacomodado en la cancha, pero así y todo se convirtió en un pilar insustituible.

LO CELSO, PAREDES Y DE PAUL, PILARES DEL MEDIOCAMPO.

A su lado se afianzó Rodrigo de Paul, un jugador que no tuvo empacho en abandonar el traje de gala que usaba en sus comienzos en Racing y reemplazarlo por ropa de trabajo. Juega y se sacrifica con una dosis exacta de naturalidad, frescura y personalidad. Y por si fuera poco asomó como un compinche de Messi dentro y fuera de la cancha.

Después de haber sido absurdamente desestimado por Sampaoli cuando hacía falta un socio creativo para La Pulga, Giovani Lo Celso tiene un lugar ganado. Su clase, su capacidad para entender el juego y su calidad se imponen con llamativa contundencia. Por momentos no se percibe decisiva su presencia, pero se nota tanto su ausencia que eso brinda una dimensión exacta de la importancia de sus aportes.

¿Alguien recuerda a Nahuel Molina en Boca? Mejor dicho: ¿alguien recuerda que Nahuel Molina haya dejado su marca en Boca? No. Se alejó de la Ribera sin pena ni gloria. Scaloni lo rescató y él respondió con notables desempeños en el extremo derecho de la defensa. Marca con firmeza y se proyecta sin pausa.

Aunque en estos días haya quedado un poco relegado por el renacimiento de Di María, cuando hacía falta un mediocampista ofensivo por el costado derecho apareció en escena Nicolás González. Un desconocido para casi todo el mundo que terminó siendo una muy buena pieza de recambio.

DIBU MARTÍNEZ, UN NOTABLE ACIERTO DEL TÉCNICO.

Sin dudas la consolidación de Emiliano Martínez y Cristian Romero es la medalla más valiosa que puede colgarse el DT. Se trata de dos futbolistas que pasaban inadvertidos para el gran público y, hay que admitirlo, también para el periodismo presuntamente especializado.

CUTI ROMERO, UNA GARANTÍA DE SEGURIDAD EN EL FONDO.

Dibu es un arquero como hace mucho no tenía la Selección. Parece invulnerable. Domina el área, tiene reflejos formidables y, por si fuera poco, una personalidad arrolladora. Ah, también ataja penales… Lleva seis partidos consecutivos con el arco invicto… Desde los lejanos y venerables tiempos del Pato Ubaldo Matildo Fillol, la Argentina no contaba con un guardavalla tan determinante.

Cuti Romero surgió en Belgrano y muy pronto se fue a Italia, donde se lució en Genoa y Atalanta, y luego se mudó a Inglaterra para militar en Tottenham. Gracias a Scaloni, quedó al descubierto un defensor impasable, con precisión quirúrgica en los cierres, buenas aptitudes para el cabezazo y criterio para salir desde el fondo, que promete ser un referente en la retaguardia albiceleste por mucho tiempo.

ATREVERSE A SOÑAR

El puntapié inicial del Mundial de Catar se dará el 21 de noviembre de 2022. Falta poco más de un año. Parece mucho tiempo. No lo es. Los apretados calendarios impiden que las selecciones dispongan de posibilidades para ensayar la puesta a punto. Así y todo, la Argentina tiene todo para soñar en grande.

Scaloni encontró no solo un equipo campeón que acumula 27 presentaciones sin derrotas, sino también un grupo de jugadores que le responde siempre.

“La base está”, solía decir el inefable Bambino Héctor Rodolfo Veira. En esa base, que hoy está integrada por mucho más que los 11 titulares, la Selección tiene que apoyarse para pensar en ser un actor principal en la Copa del Mundo.