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La Selección alimenta su sueño con la mezcla ideal: fútbol, garra y un Messi decisivo

Soñar no cuesta nada. Hace falta solo un poco de atrevimiento para imaginarse que los planetas se alineen en la dirección correcta para que todo vaya bien. Pero en la vida real no sucede eso. Tampoco en el fútbol. Y menos en un Mundial. La Selección argentina entiende eso a la perfección y alimenta sus sueños con los mejores argumentos posibles. Tiene buen fútbol cuando es posible jugar bien, no ahorra esfuerzo ni garra a la hora de sacrificarse, inteligencia táctica para cambiar su estructura según las exigencias y, por si todo eso fuera poco, cuenta con un Lionel Messi impresionante que en Qatar 2022 aparece justo cuando hace falta que el líder dentro de la cancha guíe al equipo hacia un futuro mejor.

La Pulga volvió a abrir el partido cuando más cerrado se antojaba. No alcanzaba con que el equipo de Lionel Scaloni tuviera la pelota. No bastaba con la disposición para ir horadando de a poco la defensa australiana. Y cuando el capitán abrió el marcador, todo fue más sencillo. Se atrevió Julián Álvarez a creer en un imposible para conseguir el segundo tanto. Todos se aunaron para resistir el asedio de los adversarios y hasta Emiliano Martínez dijo presente para asegurar el 2-1 -más apretado de lo que el trámite del partido habría justificado- que instaló a los albicelestes en los cuartos de final. Sí, Argentina ya está entre los ochos mejores del mundo. Y sueña en grande. Tiene con qué.

SIEMPRE CON LA INICIATIVA

Con dos líneas de cuatro no muy lejos del arco de Mathew Ryan, los australianos no tuvieron empacho en cederle la pelota a la Argentina. Los de Scaloni tenían la misión de encontrar los espacios contra un rival ordenado y consciente de que arriesgarse con un planteo demasiado ofensivo podría resultar una pésima idea.

Manejaba el balón desde atrás Enzo Fernández, buscando abrir por los costados con Nahuel Molina, muy activo para proyectarse por el flanco derecho en los primeros minutos. Eso sucedió al menos hasta que Jackson Irvine entendió que el adelantamiento del lateral albiceleste le brindaba terreno para intentar llevar peligro.

Con el Papu Alejandro Gómez en lugar del ausente Ángel Di María, la Selección perdía desequilibrio individual, pero, al mismo tiempo, contaba con un jugador capacitado para asociarse con Lionel Messi. Claro, en el arranque La Pulga no entraba demasiado en juego y eso reducía la capacidad de generar juego.

El capitán se retrasó unos metros en el campo, quizás con la idea de juntarse con el Papu y Enzo. Sin embargo, no entró demasiado en el circuito creativo y además le costaba escaparse de la dupla de mediocampistas centrales rivales.

Australia envió algunas señales, tímidas, de que, si se presentaba el momento propicio, no dudaría en asumir una actitud un poco más ofensiva. No bastaba para causar alarma, pero sí indicaba que la intención del DT Graham Arnold no era que su equipo esperara los 90 minutos en su campo. Al menos no de un modo tan explícito.

OTRO GOL DE LIONEL MESSI LE ABRIÓ LA PUERTA DEL TRIUNFO A LA SELECCIÓN.

Pero bastó con que le cometieran una infracción al Papu sobre el sector derecho para que la muralla de los oceánicos se resquebrajara. Messi lanzó el tiro libre que rechazó el arquero, le volvió la pelota, se conectó con Alexis Mac Allister, siempre listo para sumarse al circuito creativo. El volante del Brighton se la pasó a Nicolás Otamendi, quien, cuando vio al rosarino de frente, se la tocó para que el capitán hiciera lo suyo. La Pulga enganchó hacia el centro y sacó el zurdazo bajo y cruzado que superó la estirada de Ryan. El alarido de gol estremeció las tribunas del estadio qatarí Ahmad bin Ali y repercutió en cada metro cuadrado de la geografía argentina.

En desventaja, a Australia le surgió un problema que debía resolver rápidamente. No se antojaba posible conservar la estrategia original, pues una receta tan conservadora la condenaría a despedirse de la Copa de Mundo. Tenía que asumir un rol más protagónico. ¿Podría?  

Para Argentina, en cambio, el escenario se vislumbraba prometedor, ya que encontró el 1-0 en su primer disparo al arco. Es decir que se sacó el problema de quebrar la resistencia del adversario sin tener que esforzarse demasiado. Le bastó con ese acierto de Messi, quien definió con calidad y precisión para conseguir su primer tanto en una fase de eliminación directa de la Copa del Mundo.

Los dirigidos por Arnold no tuvieron más remedio que adelantarse unos metros, pero no solo dejaron en evidencia su incapacidad para generar zozobra en la retaguardia albiceleste, sino que se expusieron a las réplicas de los de Scaloni.

SCALONI MOVIÓ LAS PIEZAS

El técnico argentino plantó otra vez la línea de tres centrales con el ingreso de Lisandro Martínez por el Papu Gómez y les dio libertad a Molina y al Huevo Marcos Acuña para ir al frente. Así, además, obturaba cualquier pretensión australiana de causar inconvenientes por las puntas. En el fondo, Licha, Cuti y Otamendi tenían que lidiar con los atacantes.

Aziz Behich -el mejor de los australianos- armó una punzante jugada por la derecha que derivó en Mitchell Duke, quien se aprestaba a definir y se encontró con un cierre milagroso de Lisandro Martínez. De pronto, aparecieron los recuerdos de la salvada de Javier Mascherano contra Arjen Robben en Brasil 2014…

Messi estuvo cerca de aumentar con un disparo mordido luego de una pared con el muy productivo Rodrigo de Paul. Imprevistamente, poco después, Argentina tuvo un susto cuando se confió Lisandro Martínez tocándola para atrás y eso forzó a una rápida de Dibu Martínez ante la arremetida de Duke.

JULIÁN MARTÍNEZ DEMOSTRÓ QUE ADEMÁS DE CALIDAD, TIENE INSTINTO DE GOL.

Más allá de esa distracción, el partido estaba a pedir de la Selección. Siempre estuvo dispuesta a mover la pelota a su antojo, a controlar el ritmo y a luchar cuando las circunstancias así lo requirieran. Pero, sobre todo, tenía el arco de enfrente entre ceja y ceja. Solo así se explica la determinación con la que Julián Álvarez fue a buscar la pelota cuando Ryan decidió jugar la pelota con los pies y lo corrió para arrebatársela y definir. Un gol de 9 de un pibe que anda bárbaro y es mucho más que un 9, por calidad, por panorama y por sacrificio.

Arnold armó otra dupla ofensiva con Jamie McLaren -salió Duke- y Jackson Irvine para darle profundidad a su ataque. Su equipo iba una y otra vez, sin orden ni demasiados argumentos. Pero sin renunciar al descuento. Y lo consiguió cuando una de las tantas incursiones de Behich por la izquierda derivó en un remate que, tras un rechazo, cayó en poder de Craig Goodwin. El delantero, otro de los ingresados en el momento de mayor desesperación australiano, buscó el arco, la pelota se desvió en Enzo Fernández y se introdujo en la valla de Martínez.

INESPERADO SUFRIMIENTO

Argentina tenía que sufrir. A pesar de su superioridad y de la carencia de fundamentos -pero no de entusiasmo- del rival, los de Scaloni la pasaban mal. Los minutos corrían, pero no con la velocidad que los albicelestes necesitaban.

Pero el equipo de Scaloni tiene a Messi. Y La Pulga maneja los tiempos y es un imán para que todos sus compañeros se sientan seguros. Así, la ambición nunca descansa. Y aunque los australianos se entregaban a una ofensiva no tan punzante pero sí insistente, Lautaro Martínez -entró por Julián- y dispuso de dos ocasiones muy propicias para anotar, pero por ahora sigue teniendo el arco cerrado.

TODOS LOS ABRAZOS PARA DIBU MARTINEZ.

Cuando ya el reloj se percibía como un aliado del conjunto albiceleste, Messi probó puntería y su disparo salió apenas desviado. Faltaba muy poco. El 2-1 se sentía muy corto. Argentina merecía más. Había hecho lo suficiente para descansar con una ventaja más holgada. Pero en el fútbol los merecimientos pueden quedar reducidos a la nada en un abrir y cerrar de ojos. Eso estuvo a punto de ocurrir cuando, en el séptimo minuto de descuento, apareció el gigantesco arquero que tiene la Selección.

Hasta este partido le habían pateado poco y nada. Él mismo guardavalla se lamentaba hace unos días porque los únicos dos remates contra su arco terminaron en goles de Arabia en el traumático debut. Y ya palpitando el triunfo y el pitazo final del árbitro polaco Szymon Marciniak, ese Dibu enorme y decisivo que ahogó el empate australiano en un mano a mano con Garang Kuol que va a ingresar muy pronto en la lista de enormes hazañas de los guardianes del arco albiceleste.

Argentina 2-Australia 1. El resultado no dice todo lo que pasó en el partido. La Selección merecía mucho más. Pero lo importante es que está en los cuartos de final. Y llegó a esa instancia porque juega cuando tiene que jugar, lucha y resiste con el alma y vida en los instantes en los que con el talento no alcanza y la inteligencia no alcanza y, por sobre todas las cosas, tiene a un Messi decisivo que aparece en el momento justo. Como lo hacen los elegidos.

LA SÍNTESIS

Argentina 2 – Australia 1

Argentina: Emiliano Martínez; Nahuel Molina, Cristian Romero, Nicolás Otamendi, Marcos Acuña; Rodrigo de Paul, Enzo Fernández, Alexis Mac Allister, Alejandro Gómez; Lionel Messi, Julián Álvarez. DT: Lionel Scaloni.

Australia: Mathew Ryan; Milos Degenek, Harry Souttar, Kye Rowles, Aziz Behich; Mathew Leckie, Keanu Baccus, Aaron Mooy, Riley McGree; Mitchell Duke, Jackson Irvine. DT:         Graham Arnold.

Incidencias

Primer tiempo: 35m gol de Messi (ARG);

Segundo tiempo: 4m Lisandro Martínez por A. Gómez (ARG); 11m gol de J. Álvarez (ARG); 12m Ajdin Hrustic por Baccus (AUS); 12m Craig Goodwin por McGree (AUS); 26m Lautaro Martínez por J. Álvarez (ARG); 26m Nicolás Tagliafico por Acuña (ARG); 26m Jamie Maclaren por Duke (AUS); 26m Garang Kuol por Leckie (AUS); 26m Fran Karacic por Degenek (AUS); 33m gol de E. Férnandez (ARG), en contra; 34m Gonzalo Montiel por Molina (ARG); 34m Exequiel Palacios por Mac Allister (ARG).

Amonestados: (ARG); Irvine, Degenek (AUS).

Estadio: Ahmad bin Ali (Rayán). Árbitro: Szymon Marciniak, de Polonia.