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Más allá de la derrota, ¡bien igual Peque!

Diego Schwartzman perdió con Novak Djokovic en la final del Masters 1000 de Roma. Se quedó con las ganas de alzarse con su primer título en ese tipo de certámenes. La verdad, una victoria habría sido poco menos que un milagro porque el número uno del mundo tenía todo a favor. Y si bien el argentino atraviesa un momento deportivo fabuloso que le permitió el sábado derrotar nada más y nada menos que a Rafael Nadal, el tenis tiene en el serbio a un excelente jugador de finales. No suele fallar en ese tipo de circunstancias y no lo hizo en el Foro Itálico: se impuso 7-5 y 6-3 después de una hora y 53 minutos. El Peque se quedó con las manos vacías. Es cierto. Tan cierto como que llegó más lejos de lo esperado y que a la hora del balance bien merecidos tiene los aplausos que cosechó en estas horas.

Schwartzman tenía que jugar un partido perfecto para imponerse a Nole. No le bastaba sólo con una buena actuación. Al serbio es difícil superarlo hasta cuando, como hoy, comete demasiados errores con su revés -se sabe: lo ejecuta maravillosamente y es un arma letal-, el saque no le funciona, se excede con los drops y los falla más allá de lo recomendable. También es verdad que Peque es un rival que saca de quicio a todos en el circuito. Esa tenacidad que lo hace devolver cuanto le tiran desgasta a sus oponentes. Y a Djokovic no le gustan los puntos largos. Pero llega un momento en el que el número uno decide que no hay más peloteos… y no hay más peloteos.

Muy temprano, el Peque le quebró varias veces el servicio pero no lo pudo sostener confirmando el suyo. Un pecado imperdonable contra alguien que no perdona. El argentino jugó mucho mejor que en la semifinal contra el canadiense Denis Shapovalov. No se refugió en los palazos en una tozuda batalla para ver quién le pegaba más fuerte. Le adosó variantes a su tarea. No todo fuerte y plano. Claro, Djokovic posee una gama de recursos mucho más profusa que la del argentino y de a poco fue encontrando el espacio para herirlo mortalmente con el revés que fue reencontrando para desacomodar y el drive profundo e incisivo para definir. O viceversa, porque Nole, cuando se decide, ataca por dónde y cómo quiere.

SCHWARTZMAN NO PUDO CON DJOKOVIC.

Djokovic tuvo que trabajar mucho para quedarse con el primer set. Fue 7-5 después de cuatro oportunidades para cerrarlo. Este detalle brinda una demostración de que Schwartzman estaba en partido. Para llevarse el parcial, Nole debió ir a buscarlo. No le cayó del cielo. Ese fue un mérito del argentino. El segundo fue distinto. El argentino no mantuvo la consistencia que fue su principal cualidad esta semana en Roma. Se fue diluyendo al mismo tiempo que el serbio se antojaba cada vez más firme y dominador.  El fantástico revés, el poderoso saque y los sutiles drops estaban a pleno. Tanto es así que Nole enlazó una docena de puntos para sentenciar el duelo con un 6-3 inapelable.

El serbio se acaba de transformar en el máximo ganador de torneos Masters 1000. Suma 36 contra 35 de Nadal. El argentino no pudo. Dio todo lo que tenía. No logró título pero saltará del 15º puesto del ranking al top ten. Se llevó todos los aplausos. ¡Bien igual Peque!