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¡Gracias por todo Luifa!

EL FINAL DEL DUEÑO DE LA PELOTA. LUIS SCOLA SE VA DE LA CANCHA CON EL BALÓN EN SUS MANOS.

Faltan 51,4 segundos para que se consume la dura derrota. El marcador está 92-56. Es cosa juzgada. Un aplauso cerrado, emocionante y sincero despide a una leyenda viviente que dice adiós. Baten palmas los rivales, sus compañeros y todos los presentes en el Saitama Super Arena. El hombre, de pocas palabras, medido, ajeno a las estridencias, en medio del dolor por el resultado levanta tímidamente su mano derecha y agradece. Las lágrimas que no suelen escapársele en público brotan. El partido se detuvo por él. Un justo homenaje para Luis Scola, ese símbolo del básquetbol que como capitán y líder llevó de la mano a la Selección argentina a perdurar en el tiempo luego de los gloriosos días de la Generación Dorada.

Basta un ejemplo reciente para entender la dimensión de Luifa. Fue hace menos de una semana, el jueves pasado, después de la caída por 81-71 a manos de España. En ese momento emergió la voz del hombre de 41 años al que todos escuchan. Del que todos aprenden. «Me preocupan algunos malos hábitos, como protestar demasiado, de simular mucho o por esas protestas no bajar a defender. No tenemos tanto talento para darnos ese lujo. Lo hemos hecho muy bien siempre y ahora lo perdimos un poco. Hay una forma de ir por la cancha que no podemos perder», alertó cuando los Juegos Olímpicos de Tokio le auguraban una prematura eliminación a los dirigidos por el Oveja Sergio Hernández.

Apenas 48 horas más tarde, predicó con el ejemplo. Se despachó con 23 puntos para ser el máximo anotador de la Selección en el vital triunfo por 97-77 sobre Japón. Y también capturó diez rebotes, como para terminar de demostrar que nunca se debe renunciar a la lucha. Scola enseñó el camino. Como tantas otras veces.

Con esa misma determinación había apuntalado al equipo nacional para consumar el subcampeonato del mundo en 2019. Sí, gran parte de los elogios en ese certamen disputado en China fueron para Facundo Campazzo, la figura albiceleste. Pero el talentoso base contó con el respaldo del capitán que corrió como un pibe y peleó en la zona pintada como si persiguiera desesperadamente su primer título.

Porque Scola siempre quiso más. Subcampeón del mundo en 2002 y 2019, medalla dorada en los Juegos de Atenas 2004 y de bronce en Beijing 2008, campeón panamericano en Lima 2019… Los éxitos no saciaron su sed de triunfo.

Hizo historia con el incomparable Emanuel Ginóbili, el Chapu Andrés Nocioni, Fabricio Oberto, Leonardo Gutiérrez, Carlos Delfino, Juan Ignacio Pepe Sánchez, el Puma Alejandro Montecchia, el Colorado Rubén Wolkowyski, Pablo Prigioni y tantos otros. Cuando la Generación Dorada fue perdiendo con el paso del tiempo, él se quedó. Estuvo en cuanto torneo disputó la Selección. Se hizo bandera.

Cambiaron los tiempos y llegaron nuevos compañeros. Todos crecieron alrededor del capitán. Y él mostró el camino mientras jugaba y se sacrificaba como uno más en ese grupo de jóvenes que aprendía del mejor.

La inapelable derrota por 97-59 contra Australia le puso el punto final a su gesta en celeste en blanco.

Todavía golpeado por la bronca de la eliminación dijo, a modo de cierre de una etapa magnífica: «La Selección es mucho más que nombres. Le di mi máximo compromiso, máximo esfuerzo, los mejores y los peores años de mi carrera. Me voy en paz». ¡Gracias por todo Luifa!  

LLORA SU EMOCIÓN LUIFA MIENTRAS TODOS LO APLAUDEN EN EL MÁS HERMOSO HOMENAJE A UNA LEYENDA DEL DEPORTE.