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El viaje de Argentina a semifinales empezó con paciencia y terminó siendo a puro sufrimiento

La Selección argentina está en las semifinales de Qatar 2022. Es histórico. También es el premio para un equipo que mostró varias caras a lo largo de 120 minutos a puro sufrimiento contra Países Bajos. El viaje a esa instancia se inició con paciencia e inteligencia para empezar a construir lo que asomaba como un gran triunfo, después tuvo que sufrir por el agónico empate naranja que llevó el 2-2 a un alargue en el que los albicelestes renacieron y terminaron poniéndose en las manos de Emiliano Martínez. Y Dibu no falló: atajó dos remates y junto con el acierto de sus compañeros se edificó la clasificación de un conjunto albiceleste que tiene un hambre de gloria voraz.

Dibu es un referente inmenso de estos días de la Selección. Quizás en los anteriores partidos no había dado grandes señales de seguridad. Al menos no hasta esa increíble pelota que le atajó al australiano Garang Kuol. Pero él siempre está. Y lo ratificó conteniendo los disparos de Virgil van Dijk y Steven Berghuis desde los doce pasos. Y si el arquero hace lo que tiene que hacer, todo depende del resto.

Todos cumplieron. Incluso Enzo Fernández, a pesar de su remate desviado. Porque pateó con fe. No le temblaron las piernas a pesar de su juventud. Y tal vez porque el destino requería que Lautaro Martínez, el goleador que por tener la pólvora mojada perdió su lugar en el equipo, apareció para acertar el remate decisivo. Él necesitaba esa cuota de protagonismo estelar para ganar en tranquilidad. Y lo tuvo. Por él y por sus compañeros, Argentina es semifinalista.

CALMA Y CLARIDAD

La paciencia es una virtud que surge en los momentos en los cuales el apuro puede conducir a errores imperdonables. La Selección argentina entendió que el vértigo era un mal consejero para este duelo con Países Bajos. Comprendió que había demasiado en juego para dejarse llevar por la ansiedad y, entonces, con calma e inteligencia supo dejar los nervios a un lado para edificar una victoria que sacia el hambre de gloria con el que llegó a Qatar 2022.

Ya desde la alineación dispuesta por Lionel Scaloni, el equipo albiceleste dio señales claras de que estaba al tanto de las complicaciones que imponía el duelo con los de Louis van Gaal. Apareció la línea de cinco en el fondo, bien plantada con esa figura descomunal que está siendo Nicolás Otamendi y con la firme colaboración de Cristian Romero y Lisandro Martínez y las proyecciones de Nahuel Molina y Marcos Acuña por los costados. Así, Argentina le cerraba todos los caminos a su rival.

En el medio, Rodrigo de Paul corría por la banda derecha y presionaba sin descanso, misión para la que se sumaban Enzo Fernández y Alexis Mac Allister. Y, por si fuera poco, también apretaban Molina y el Huevo Acuña. Así, los naranjas no conseguían manejar la pelota. De Paul y Alexis lograban hacerlo y se la pasaban a un Lionel Messi que, desde una posición más retrasada que la de Julián Álvarez, asomaba como el conductor del equipo.

No había demasiado espacio para la creatividad, pues Países Bajos también apretaba en la mitad del terreno. La diferencia entre uno y otro bando estaba dada por lo que cada uno lograba hacer cuando conseguía el balón. Los europeos no se mostraban incisivos y Argentina, en cambio, daba la sensación de que en cualquier momento podría dar una estocada.

NAHUEL MOLINA ABRIÓ LA CUENTA CUANDO ARGENTINA MEJOR JUGABA.

Por esa mayor disposición para luchar y armar juego, los albicelestes avisaron con un par de remates de Messi -uno por arriba del travesaño y otro débil que fue contenido por Andries Noppert y uno De Paul que también terminó en las manos del arquero.

Esa combinación de paciencia e inteligencia para jugar el partido que más conveniente les abrió a los de Scaloni las puertas del triunfo. Molina, incansable, se fue por la derecha, se encontró con Messi, quien hizo la pausa exacta para lanzar el pase justo para que el exdefensor de Boca puntee la pelota ante la salida de Noppert.

Van Gaal modificó la estructura del conjunto naranja en el complemento. Adelantó al peligroso Cody Gakpo -una de las figuras del Mundial- y lo juntó con Memphis Depay. Claro, para que ese movimiento de piezas resultara efectivo se requería que Países Bajos pudiera abastecerlos con mayor frecuencia. Pero eso no sucedía.

Argentina estaba al acecho. Enzo Fernández, De Paul -de gran actuación- y Mac Allister estaban atentos para buscar una y otra vez a Messi, el hacedor de todos y cada uno de los ataques de la Selección. La amenaza albiceleste se percibía en el aire. Un tiro libre de La Pulga que se fue ahí nomás del ángulo superior izquierdo de Noppert permitía confirmar esa impresión.

Mac Allister manejó un contraataque abriendo a la izquierda, por donde corría Acuña. El Huevo enganchó y fue derribado en el área por Denzel Dumfries. Messi se paró delante de la pelota y le ganó el duelo desde los doce pasos al arquero. La tranquilidad se hacía inmensa.

LIONEL MESSI ESTIRÓ LA CUENTA CUANDO TODO ERA TRANQUILIDAD.

RETROCEDIÓ Y COMPLICÓ TODO

Pero claro, en un Mundial no existe la posibilidad de relajarse. Países Bajos reforzó la ofensiva con los ingresos de Wout Weghorst y Luuk de Jong. Con tantos delanteros centrales, era obvio que el único argumento que le quedaba al conjunto de Van Gaal era abrazarse a mil y un centros sobre el área de Emiliano Martínez. En uno de esos intentos, llegó el envió desde la derecha, Weghorst se impuso en las alturas y selló el 2-1

WOUT WEGHORST INSTALÓ LA PREOCUPACIÓN CON DOS GOLES, EL ÚLTIMO AGÓNICO.

Scaloni reagrupaba filas con Leandro Paredes, Germán Pezzella, Nicolás Tagliafico y Lautaro Martínez. Era el tiempo de sufrimiento. Steven Berghuis se acercó con un peligroso remate. La tensión era extrema. Después de la calma y la inteligencia para construir paso a paso su triunfo, Argentina debía apelar al sacrificio para soportar el asedio naranja. Despejaba todo Otamendi, Paredes peleaba en el medio… todos luchaban. Resistían como podían.

El panorama era otro. El equipo estaba demasiado retrasado. Le había cedido por completo la iniciativa a su adversario. Era un peligro porque entregaba su suerte a los designios de los neerlandeses. Y pasó lo que tenía que pasar. O lo que se temía que pudiera pasar. Una falta de Pezzella en las inmediaciones del área le sirvió en bandeja el empate a los europeos. Se intuía un tiro franco al arco, pero los de Van Gaal sorprendieron con una jugada preparada que dejo a Weghorst con espacio y tiempo para someter a Dibu Martínez. En el décimo minuto de tiempo adicionado, Países Bajos forzó a un suplementario de media hora.

Las huestes de Scaloni estaban extenuadas. Las de Van Gaal, también. El alargue era una pésima noticia. Las piernas pesaban, las ideas se agotaban. Ya no había señales de la inteligencia y la paciencia del arranque. Amor propio y encomendarse a un acierto que evitara extender el suspenso a la definición desde el punto penal.

LA GLORIA NO PUEDE ESPERAR

En esa media hora que se antojó una condena para los protagonistas, Argentina redondeó una segunda mitad que la asemejaba bastante a la de gran parte de los 90 minutos reglamentarios. Con menos explosión, pero con idéntica decisión estuvo cerca con una gran jugada de Fernández que Lautaro Martínez hizo estrellar en el pecho salvador de Van Dijk.

Después, Enzo probó puntería y un rechazo salvó a Noppert. Un cabezazo de Pezzella se fue apenas por arriba del travesaño. Y un intento de Lautaro obligó a una buena reacción del arquero. A Messi se le fue un zurdazo por poco y el poste se lo negó a ese fenómeno que es Enzo. Sí, es Enzo Fernández. Para todos ya es Enzo.

LAS MANOS DE DIBU MARTÍNEZ FUERON DECISIVAS PARA QUE LA SELECCIÓN ALCANCE LAS SEMIFINALES.

No hubo otra alternativa que definir desde los doce pasos. El tiempo de Dibu. Porque el marplatense tiene un don especial. Una personalidad a prueba de balas y una intuición increíble. Se lo negó a Van Dijk arrojándose a la derecha y a Berghuis a la izquierda. No pudo con los remates de Koopmeiners, Weghorst y Luuk de Jong. Ya había hecho lo suyo.

Entonces les tocó el turno a Messi, Paredes y Montiel para ganarle la partida al arquero. Y erró Enzo, pero surgió Lautaro Martínez y con su acierto desató un alarido de felicidad. Porque Argentina es semifinalista. Llegó a esa instancia con paciencia, con inteligencia, con el error de haberse retrasado y cedido la iniciativa a Países Bajos, pero se hizo fuerte en el sufrimiento y sigue adelante. Porque su hambre de gloria es imposible de saciar.

LA SÍNTESIS

Países Bajos 2 (3) – Argentina 2 (4)

Países Bajos: Andries Noppert; Jurrien Timber, Virgil van Dijk, Nathan Aké; Denzel Dumfries, Marten de Roon, Frenkie de Jong, Daley Blind; Cody Gakpo; Memphis Depay, Steven Bergwijn. DT: Louis van Gaal.

Argentina: Emiliano Martínez; Nahuel Molina, Cristian Romero, Nicolás Otamendi, Lisandro Martínez, Marcos Acuña; Rodrigo de Paul, Enzo Fernández, Alexis Mac Allister; Lionel Messi, Julián Álvarez. DT: Lionel Scaloni.

Incidencias

Primer tiempo: 34m gol de N. Molina (A). Segundo tiempo: Steven Berghuis por Bergwijn (PB); Teun Koopmeiners por De Roon (PB); 18m Luuk de Jong por Blind (PB); 21m Leandro Paredes por De Paul (A); 28m gol de Messi (A), de penal; 32m Wout Weghorst por Wout Weghorst (PB); 32m Nicolás Tagliafico por Acuña (A); 32 Germán Pezzella por Romero (A); 36m Lautaro Martínez por J. Álvarez (A); 37m gol de Weghorst (PB); 55m gol de Weghorst (PB).

Amonestados: Timber, Weghorst, Depay, Berghuis y Van Dijk (PB); Acuña, Romero, Lisandro Martínez, Paredes, Messi, Otamendi, Montiel y Pezzella (A).

Segundo tiempo suplementario: Gonzalo Montiel por Molina (A); 6m Ángel Di María por Lisandro Martínez (A); 7m Noa Lang por Gakpo (PB).

Definición por disparos desde el punto penal: Van Dijk (atajado), Messi (convertido), Berghuis (atajado), Paredes (convertido), Koopmeiners (convertido), Montiel (convertido), Weghorst (convertido), E. Fernández (desviado), L. de Jung (convertido), Lautaro Martínez (convertido).

Estadio: Lusail Iconic (Doha). Árbitro: Antonio Mateu Lahoz, de España.