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El VAR quedó en offside

El centro de Everton se interna en el área de Perú. De pronto, Neymar cae. El árbitro chileno Julio Bascuñan no duda y sanciona penal. Las dudas se hacen tan aparatosas como la caída del famoso atacante brasileño.  El juez percibió una infracción del defensor Carlos Zambrano. En realidad, su apreciación es curiosa, pues parece más un simple forcejeo entre un zaguero que llegó antes y un delantero que vuela con llamativa facilidad. Sin embargo, mediante la confirmación del VAR, Bascuñan mantiene firme su decisión y otorga el disparo desde los doce pasos que Ney transforma en el 3-2 parcial a menos de 10 minutos del final. Esta determinación expuso las fallas del sistema que llegó para darle más justicia al fútbol, pero que ayer sembró más polémicas que certezas.

A Bascuñan le tomó un rato largo que desde el puesto de operación del Sistema de Asistencia Arbitral por Video (Video Assistant Referee, según su denominación en inglés que le dio vida a la sigla VAR) le dijeran qué hacer. O mejor dicho: que ratificaran su fallo. La decisión debe ser certificada por otros jueces que a través de monitores que toman distintos ángulos de cámara y en función de una serie de líneas trazadas en el campo para definir mejor los límites de la maniobra a analizar intentan descifrar qué pasó. Lo llamativo es que se equivocan tanto como lo hacen los árbitros en el campo de juego.

JULIO BASCUÑAN.

Bascuñan, de muy pobre actuación en el duelo Perú 2-Brasil 4 en el que justamente el inexistente penal dispuesto  por el chileno alteró dramáticamente el desarrollo del partido, tuvo otro error descomunal que el VAR ayudó a subsanar. Zambrano le pegó un codazo salvaje a Richarlison. Aunque el juez cobró la infracción, necesitó que le advirtieran que esa acción requería una expulsión y no la insólita tarjeta amarilla que él había mostrado. Para eso debieron pasar varios minutos y al menos el juez debió mirar cinco veces el monitor para corregir su error…

Desde su cuenta de la red social Twitter, el ex árbitro Javier Castrilli fijó su postura. “El protocolo del VAR desnuda un error conceptual. No se le debe seguir dando al árbitro central la última palabra, y de esa forma la facultad de acudir o no a la tecnología. El VAR debe servir para corregir y no para consagrar u ocultar errores. Ejemplo: el 2do. penal a Brasil”, indicó el Sheriff.

El famoso Sistema de Asistencia Arbitral por Video se tomó un rato largo para establecer que no había habido anomalía alguna en el segundo tanto verdiamarillo, obra de Richarlison, después de varios minutos de espero.

LUCES Y SOMBRAS

En los otros partidos de la 2ª fecha se recurrió al VAR pero con un dispar grado de controversia. El VAR acertó en el penal a favor de Chile contra y Colombia (anotado por Arturo Vidal) que vio el argentino Darío Herrera; pero no en la posición adelantada que el árbitro Wilmar Roldán cobró de Brian Rodríguez en la acción del gol de Luis Suárez para Uruguay frente a Ecuador en Quito. En ese partido, el juez colombiano no se equivocó al invalidar una conquista de Michael Estrada para el local por una mano previa de Ennier Valencia. Una situación similar se dio en el tanto del atacante celeste Darwin Núñez y en el del venezolano Yangel Herrera contra Paraguay.

Si hasta el gol de Joaquín Correa que hizo posible el histórico triunfo de la Selección argentina contra Bolivia en la altura de La Paz se convalidó después de casi cuatro minutos de conciliábulos por una presunta posición adelantada de Lautaro Martínez -que no existió- que la terna arbitral encabezada por el peruano Diego Mirko Haro.

Sea como fuere, lo importante, según indicó Castrilli en otro tuit es que “la tecnología así aplicada, lejos de garantizar la reparación de errores, consagra la impunidad, la injusticia y la suspicacia”. Y lo peor que puede pasar es que el VAR quede en offside.