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El homenaje que pisoteó a la tradición

La semana pasada el presidente Alberto Fernández estuvo en Salta para homenajear a Martín Miguel de Güemes. El 17 de junio se cumplieron 200 años del fallecimiento de uno de los más notorios próceres de la Independencia argentina. El Jefe del Estado encabezó los actos, pero la conmemoración estuvo manchada por las miserias de la política, provocándole un desaire inmenso a la población de una provincia que vive esa fecha con una intensidad que no fue respetada.

La trama secreta de esta historia no llegó a Buenos Aires, que en ciertos sentidos está mucho más alejada de Salta que los más de 1.400 kilómetros de ruta que separan  a una ciudad de la otra.

La tradición les confiere a los gauchos salteños, herederos de los bravos hombres que estuvieron a las órdenes de Güemes en los combates contra los realistas españoles, un rol importante en este acontecimiento local con proyección nacional. Sin embargo, en esta oportunidad fueron hechos a un lado. Y de la peor manera.

Desde siempre, en la noche previa al 17 se inicia la vigilia en torno de los fogones ubicados en las proximidades del monumento al eminente salteño. Ataviados con sus ponchos negros y rojos, los salteños se congregan allí. Corre mucho alcohol, ricos manjares y, por supuesto, se coquea. Firmes están los diez mil gauchos, esperando el momento del desfile frente al palco de las autoridades nacionales y provinciales que se llegan para testimoniar su respeto a Güemes.

Con la excusa de la pandemia este año se decidió modificar el cronograma de actividades. Se sabe que no es recomendable la aglomeración de personas y máxime teniendo en cuenta las bajas temperaturas reinantes. Aunque se habían establecido condiciones para hacer posible su realización, se cancelaron los fogones. Al mismo tiempo se saboteó el desfile de los gauchos. Ni siquiera se prestó atención a que se había diseñado un protocolo que disponía que 400 gauchos divididos en grupos de 80 rotaran en la Guardia bajo las estrellas -tal el nombre de la vigilia- y luego dijeran presente en el desfile oficial.

En cambio, se permitió que al menos 60 militantes de la Corriente Clasista y Combativa (CCC) se pasearan por el lugar a su antojo. Juan Manuel Pulleiro, ministro de Seguridad provincial, reconoció que esa situación fue permitida expresamente por el Presidente. Tal vez Alberto Fernández creyó necesario el respaldo de los manifestantes llegados de Buenos Aires a los que se sumaron otros salteños.

Los gauchos y el pueblo optaron por marcharse. No participaron de la ceremonia. Por esa razón no sorprendieron las pancartas con mensajes duros contra el titular del Poder Ejecutivo Nacional, a sabiendas de que él había tenido incidencia directa en la situación.  

Oficialmente se informó que el Comité Operativo de Emergencia (COE) de Salta fue el responsable de la suspensión de la vigilia y, por añadidura, de que los gauchos no desfilaran en homenaje a su histórico jefe. Llamó la atención que la preocupación por las condiciones sanitarias no alcanzara para impedir que manifestantes afines al Presidente viajaran desde Buenos Aires y se movieran a sus anchas por el lugar. Bueno, no llamó la atención porque el COE estuvo al margen de ese escándalo.

Sólo así se entiende que el doctor Francisco Aguilar, titular del Comité, presentara inmediatamente su renuncia luego de enterarse de que había sido el propio Alberto Fernández quien había dado el vía libre para que la CCC les robara el protagonismo a los gauchos.

Lamentablemente no se tuvo en cuenta que Güemes y el pueblo salteño no merecían que sus tradiciones fueran pisoteadas.