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“El Gobierno tiene una visión desacertada del mundo”

“LA ARGENTINA TUVO MEJOR RELACIONES INTERNACIONALES CUANDO SE ACERCÓ AL MUNDO LIBRE”, SEÑALA LUCIANO MONDINO.

Luego de la última gira del presidente Alberto Fernández por Rusia, China y Barbados, en el arco político argentino aún resuenan algunas inquietudes sobre los motivos del viaje y las polémicas declaraciones del mandatario ante sus pares Vladimir Putin y Xi Jinping, sobre todo por la concesión de que nuestro país sea la entrada del Kremlin en América latina.

Las escalas en Moscú y Beijing, claro está, fueron las más importantes por tratarse de dos potencias mundiales, pero también por la magnitud de los acuerdos y la posición manifestada por el Gobierno nacional, que muchos opositores tildaron como contrarias a los intereses de la Argentina.

En el caso del gigante asiático, la Casa Rosada anunció un memorándum de entendimiento para refinanciar obras de infraestructura por el orden de los 23.000 millones de dólares y un futuro ingreso a la Franja y la Ruta de la Seda, el histórico camino que iniciaron los comerciantes chinos hace más de 2.500 años que conecta con países como Mongolia, Siria, Turquía, Pakistán y partes de África y Europa.  

Para entender este panorama, Brunch! dialogó con el analista Luciano Mondino, Máster en Política Internacional y experto en terrorismo y crimen organizado, quien hizo un balance de estos viajes y cómo influyen en el tablero geopolítico mundial.

LUCIANO MONDINO ES ANALISTA INTERNACIONAL Y EXPERTO EN TERRORISMO Y CRIMEN ORGANIZADO.

“China y Rusia son dos nuevos actores de la sociedad internacional que a veces pueden buscar las mismas cosas pero por distintos caminos. China busca, a diferencia de Rusia en América latina, generar nuevas dependencias (especialmente comerciales) y discutir el papel de Washington en la región. Para el caso de Rusia, hay una cooperación militar mucho más profunda que tiene que ver con Cuba y Venezuela y que, efectivamente, se acrecienta cuando Putin agrede al espacio post soviético como Crimea en 2014. Por eso, si bien para China y Rusia la figura de Occidente como único hacedor de las «reglas de juego» del mundo (económicas, políticas, regionales, de seguridad, religiosas, culturales, etcétera) debe terminar, el primero va a optar por la dependencia comercial y el segundo por una cooperación militar,  más retórica y más bélica. Pero sin dudas que uno y otro son profundamente antioccidentales. Ahora bien, después de esta aclaración, Alberto Fernández demuestra que el Gobierno no tiene política exterior, que es una política pública, y que tiene una visión desacertada del mundo. Argentina no es Siria donde Rusia puede intervenir casi de forma directa, más bien, elige estar dentro de un fuego cruzado en un conflicto de alcance mundial pero con un epicentro bien definido que es el área de influencia de la OTAN. Por lo tanto, en tiempos de crisis como la argentina, el acercamiento y puesta en escena frente a los regímenes autoritarios es muy dañino para la imagen internacional del país. Basta con ver qué países sostienen a Rusia en su cruzada contra Occidente. En concreto, más que intentar provocar al FMI o a Estados Unidos, no hay nada para destacar en beneficio de la Argentina, que necesita una política exterior pragmática pero con los valores occidentales. Especialmente si Alberto Fernández o el ala dura del Gobierno piensa que China o Rusia le van a dar lo que no consigan con el FMI”, indica Mondino.

-¿Este acuerdo de ingreso a la Ruta de la Seda es un paso adelante en el comercio bilateral o, por el contrario, una amenaza a la seguridad de Estados Unidos como planteó el legislador Matt Gaetz?

-Ambas cosas son correctas. La Argentina, como se dijo, necesita del financiamiento externo y del comercio internacional para sobrellevar el funcionamiento mínimo de un país que está quebrado; por eso creo que, especulando y teatralizando una visita a Rusia y China, muchos creen que Joe Biden va a intervenir para que Argentina pueda reestructurar su deuda. Para el caso del ingreso a la Nueva Ruta de la Seda, es una ventaja en la medida que no suceda lo mismo que en Sri Lanka y que, tras una interrupción o falta de pagos, China se termine haciendo con activos en la Patagonia o en territorio nacional a modo de cobrador de deuda. Queda en la funcionalidad del Poder Legislativo y el Poder Judicial argentinos evitar que, debajo de esos acuerdos, proliferen otras cláusulas secretas o que impliquen pérdidas para los argentinos. En este sentido, Estados Unidos, y su también errática política exterior, ven con preocupación el paso de China en América latina. 

EL EXPERTO PLANTEA RESERVAS SOBRE EL INGRESO A LA RUTA DE LA SEDA.

-La Casa Rosada adhiere al concepto de «Una sola China» para obtener el apoyo de Malvinas. ¿Es correcta la estrategia o perdemos las relaciones con Taiwán?

-El reclamo soberano por las Malvinas, sujeto a la resolución 2.065 de la Asamblea General de las Naciones Unidas, lo debe hacer Argentina en los ámbitos necesarios y no posicionándose contra Taiwán que, como se sabe, es uno de los puntos más discordantes de Estados Unidos y Occidente en contra del Partido Comunista Chino (PCCh). Esa región del Indo Pacífico no tiene ningún tipo de condicionamiento geopolítico para la Argentina y no me parece más que una de las tantas declaraciones que escucharemos del Gobierno argentino en su afán por continuar su política de provocación. Como se sabe, ese concepto de «Una sola China» es un antiquísimo anhelo del PCCh y, especialmente, de su líder Xi Jinping. 

-Washington no vio con buenos este acercamiento a Pekín y Moscú…

-Porque a Estados Unidos se le empiezan a complicar todos los frentes desde la retirada de Afganistán y el descontrol de Kabul. Muchas veces, se suele atribuir a Estados Unidos una misión casi «evangelizadora» y garante de la paz democrática; eso ha fallado. No pudieron en Irak, no pudieron en Afganistán, no pudieron en Libia y en Venezuela la situación es desesperante. Gracias a ello, China y Rusia perciben un poder debilitado en Washington y arremeten a discutir y subvertir el poder estructural, es decir, ambos quieren entrar a la cocina donde se cuecen los asuntos internacionales y las reglas de juego para todos los jugadores. No obstante,  hay que aclarar que China, por tener una estrategia de dependencia con injerencia comercial, no creo que vea con buenos ojos un escenario de conflicto global con más recesión económica. 

-¿Podría considerarse a Xi como «peronista», tal como bromeó el Presidente argentino?

-Solo pensar la reacción de Xi Jinping al escuchar la traducción de las palabras del presidente Alberto Fernández alcanzaría, como mínimo, para escribir un libro sobre cómo no proceder en protocolo y ceremonial. Los gobiernos de Perón también fueron autoritarios y plantearon esa tercera vía como política exterior, pero quedó demostrado que no sirvió y que la Argentina tuvo mejor relaciones internacionales cuando se acercó al mundo libre. 

-¿Qué es lo más trascendente que se lleva el Gobierno de esta gira: las inversiones en infraestructura o el apoyo político? Porque en realidad, detalles de lo prometido no hay.

-Yo creo que ni siquiera el Gobierno argentino lo sabe con exactitud, por lo tanto, esperaría para contestar esto. Por lo pronto, las reacciones desde el exterior fueron de incredulidad y asombro frente a lo que se considera más como una puesta en escena para molestar a Estados Unidos e intentar chantajearlo. Respecto al apoyo político, volvería sobre el primer punto que describí al principio: es muy complejo para el país quedar preso de conflictos que no hacen a las esferas de influencia más próximas de la geopolítica argentina y teniendo, como si fuera poco, problemas que realmente afectan la vida de los argentinos. 

-Todo el arco opositor criticó la falta de protocolo y de cómo manejar las relaciones internacionales. ¿Cuál fue su sensación?

-Los dos cancilleres que el gobierno de Alberto Fernández eligió fueron cuestionables más allá de que la Cancillería tenga personal de carrera lo suficientemente preparado para llevar unas buenas relaciones internacionales. Desde el Presidente, como primera magistratura, hasta su último asesor, deben ajustarse a un protocolo que no hace únicamente al «cómo» se dicen las cosas sino también al «qué” y “cuándo» se dicen. Si el Gobierno no tiene una noción de cómo se rige el mundo hoy, entonces la falta de protocolo termina siendo una causa y consecuencia esperada. 

REMEMORANDO LA HISTÓRICA FRASE DE LOS ´90 DEL MENEMISMO CON ESTADOS UNIDOS, MONDINO CREE QUE MUCHOS GOBIERNOS DE AMÉRICA LATINA VAN A BUSCAR TENER RELACIONES CARNALES CON PAÍSES QUE DESAFÍEN A OCCIDENTE.

-Si tomamos en cuenta también la depredación pesquera, la base china en Neuquén, más el ofrecimiento de ser «la entrada» a Latinoamérica,  ¿cree que el kirchnerismo está socavando la soberanía nacional?

-Lo de la depredación pesquera es escandaloso porque se suma a la grave dificultad que tiene el país de controlar su territorio y esto se ve en puntos clave que afectan a la seguridad, la proliferación del crimen organizado y del terrorismo. No saber cómo enfrentar el ascenso de China y, además, buscar una provocación constante con Estados Unidos hace que el país pueda terminar siendo plataforma y escenario de una dependencia con regímenes autoritarios. 

-¿Hoy tenemos relaciones carnales con el comunismo?

-Hoy tenemos un papel desdibujado de los Estados Unidos y un ingreso de China y Rusia a esa cocina de las relaciones internacionales donde se hace lo importante. En este escenario, a diferencia de lo que muchos piensan o quieren hacer creer, el libre mercado le ha permitido a China una apertura económica y una proyección global que viene cosechando desde los años ´70. Para el caso de Rusia, la dispersión y explosión del territorio soviético fue la antesala de una economía más castigada y con mayor heterogeneidad en territorios que antes estaban bajo poder de fuego de Moscú. Creo que, aprovechando esto, muchos gobiernos de América latina van a buscar tener relaciones carnales con todos aquellos que desafíen a Occidente sin importar que sean confesos violadores de los Derechos Humanos, sometedores de minorías religiosas, sexuales o étnicas y aliados del terrorismo internacional. Probablemente los próximos cuatro años en América latina sean pendulares entre gobiernos provocadores que busquen el chantaje político sin ningún tipo de límite y otros que, aun con matices, sean pragmáticos y construyan relaciones concretas e inteligentes en sus políticas exteriores. Argentina, más que con el comunismo, viene teniendo relaciones carnales con países donde se violan las garantías y derechos constitucionales y donde se investigan actos de delitos de lesa humanidad.