Evento anómalo, singular, corto, violento y no nuclear consistente con una explosión«. La frase heló la sangre. Muchos sabían que esa declaración del portavoz de la Armada Argentina Enrique Balbi significaba un destino trágico para el submarino ARA San Juan, que había desaparecido el 15 de noviembre de 2017 en las gélidas aguas del Atlántico Sur.
Lo que ocurrió después, un mar de dudas y una causa judicial empantanada. Tanto los funcionarios del gobierno de Mauricio Macri como los jefes encargados del área parecían no encontrar respuestas al reclamo de los familiares de los 44 submarinistas que iban en el buque, que pedían a viva voz que no abandonaran la búsqueda y siguieran aportando todos los medios marítimos, aéreos y terrestres hasta encontrar algún indicio firme de su localización.
¿Qué había pasado? ¿Fue un torpedo enemigo? ¿Lo perseguían los ingleses? ¿Estaba haciendo operaciones de espionaje en las islas ocupadas por Gran Bretaña? ¿Hubo una explosión o una implosión? Había miles de preguntas.
Por los programas de televisión, expertos de diversa índole intentaban analizar lo que pudo haber sucedido. Hasta se comparaba el episodio con el desenlace fatal del Kursk, el submarino ruso que naufragó en el mar de Barents durante un ejercicio naval el 12 de agosto de 2000 con 118 tripulantes a bordo.
Luego de zarpar del puerto de Mar del Plata hacia la ciudad de Ushuaia, emprendió un viaje cuyo objetivo era poner a prueba sus capacidades. En La Feliz había entusiasmo de los tripulantes y sus familiares porque sabían que era un gran ejercicio. Sin embargo, nadie se imaginó que sería la última vez que los verían. Mucho menos Luis Tagliapietra, padre de Alejandro, uno de los 44 submarinistas fallecidos.
“Hoy siento muchas cosas. Desde que vine a vivir a Mar del Plata paso todo el tiempo por la Base Naval y son sentimientos encontrados, porque mi hijo Alejandro estaba profundamente enamorado de la Armada y de todo lo que representa esta forma de vida. A la vez, miro todas las banderas que hemos ido poniendo y me da mucha tristeza porque siento que no tenía que pasar lo que pasó. Se merecían otra cosa”, expresó con dolor el abogado, quien representa a una parte de los familiares.
-¿Qué fue lo último que habló con él?
-Nimiedades. Justo había desembarcado en Ushuaia y lo que tenía que ser una escala de un día terminó siendo de dos porque habían tenido un desperfecto en la bobina. Como yo ya había estado en la ciudad y él no la conocía, me pidió un par de tips para pasear por el puerto, comprar regalos de Navidad y dónde ir. Son esas cosas que uno no valora, los momentos, hasta que los pierde. Eso es algo que siempre me retumbó en la cabeza, que la charla tendría que haber sido más larga, hablar de otras cosas. Antes de zarpar acá en Mar del Plata también habíamos hablado y quedamos en tomar una cerveza cuando volviera. Yo me acuerdo que le dije que disfrute, que pasee, que no pierda tiempo hablando conmigo ni pensando en los regalos, que aproveche para él esos momentos porque uno no sabe cuándo se repetirán. Ushuaia es una ciudad hermosa pero no es un punto al que se vuelve todo el tiempo. “Aprovechá, disfrutá y conocé. Después hablamos”, le dije.
HIPÓTESIS
-Implosión por un accidente en las baterías, un ataque externo o fallas en la reparación de media vida. ¿Qué cree usted que les ocurrió?
-Creo que es algo más complejo. Hoy la hipótesis más firme tiene que ver más con la primera que con la tercera. La razón por la que van a ir a juicio los oficiales de la Armada tiene que ver con la pregunta ¿por qué se hundió? Fue una sucesión de problemas técnicos del submarino, que originó que no estuviera en óptimas condiciones para realizar la última misión que le encargaron. Ante esta sucesión de hechos, tampoco hubo un comando firme para salvarles la vida. El irse a fondo de una forma descontrolada concluye en la implosión. En el medio no se sabe si fue por una cuestión no determinada o por una acumulación de gas hidrógeno que los atontó a todos, perdiendo así el control del submarino. Esa es básicamente la hipótesis oficial en base a lo que sabemos. Lo que pasa es que lo que sabemos es en base a la última comunicación que nos brindaron. No se sabe lo que pasó en el medio, y todavía no lo sabemos porque no podemos hacer una pericia de los restos como corresponde.
-¿Y la hipótesis del ataque?
-Pudo deberse no a una acción beligerante de Inglaterra sino a una mala interpretación en el control de las aguas circundantes a las islas Malvinas. Si había una elevada comunicación satelital, que no pueden saber el contenido porque son cifradas, y no podían conocerlo, es posible que haya generado una alarma y ante la no respuesta de los muchachos podrían haber ordenado el ataque. No está en duda que el submarino implosionó, ¿se entiende? Implosionó porque el casco llegó a una profundidad que no aguantó. La pregunta es por qué se produjo el descontrol que produjo el hundimiento. Las tres hipótesis que se manejaron en esas dos horas son: acumulación de hidrógeno, que ante una pequeña chispa produjo una explosión interna, acumulación de CO2 o gas cloro (que los intoxicó de forma tal que se durmieron), o un ataque externo que les generó un Black-out. Por ejemplo, uno de los helicópteros ingleses que estaban en la zona tiene cargas antisubmarinas que lo que hacen no es hacerles un agujero en el casco, sino un shock electromagnético. Quizá en una situación donde el submarino está óptimo, soplan los tanques y salen, pero en esa circunstancia delicada que estaban teniendo post incendio pudo haberse generado esa situación que los hundió. Y esta duda surge en base a la propia Armada que hizo una prueba con una bomba MK54.
-¿Qué vio en las primeras imágenes que se grabaron del robot?
-Uno no se espera ver tamaña destrucción. Y esto lo dije muchas veces: el hallazgo del San Juan fue indirecto, no directo. Ya habíamos pasado por esa zona en septiembre, era la zona 1. Y cuando pasaron el sonar lo clasificaron como formación geológica porque parecía un conjunto de piedras. Como en ese momento los robots estaban seteados en una calidad inferior para barrer un área mayor, eso se pasó. Yo les pedí que cambien a una alta resolución, pero igualmente se ve una formación geológica. Y fue un geólogo francés el que vio que alrededor de esas ‘piedras’ había como una onda expansiva en el suelo y dijo “esto no es natural”. Una vez que bajamos con el robot pudimos ver que era el submarino y que, efectivamente, la destrucción era muy grande. Eso nos llamó la atención porque no se estaba buscando eso.
-¿Técnicamente se puede bajar a esa profundidad para hacer los peritajes?
-Con buzos no, claramente, pero sí con robots como lo hemos hecho, y que tengan pinzas que puedan manipular los restos, que se pueden recuperar todos. Es una tarea laboriosa y costosa pero dada la investigación que estoy haciendo creo que se puede. El primer paso ya lo dimos, que fue hallar el submarino. El segundo fue bajar, fotografiar y no tocar ni un tornillo. Una de las cosas más importantes que hay que recuperar son los tubos de aire comprimido, que hay muchos desperdigados por el fondo y hay que peritarlos para saber si fueron accionados o no. El aire comprimido sirve para soplar los tanques de lastre (que son los que permiten que el submarino vaya a profundidad). Cuando hay una emergencia se acciona este sistema, se inyecta el aire a los tanques y el submarino va a superficie como si fuera un globo. Cuando avisan que van a inmersión de forma controlada, entre ese momento y la explosión algo tuvo que haber habido para que se desencadenara el descontrol. Si fueron accionados eso comprueba que al menos ellos intentaron una maniobra para salvarse, por eso es importante el peritaje. Si no fueron accionados ni siquiera lo intentaron o no pudieron, debido a una acumulación de hidrógeno y otros gases. Pero tanto el CO2 como el hidrógeno tendrían que haber sido detectados.
ESPIONAJE
-¿Qué les dijeron en la primera comunicación con los familiares?
-El 16 de noviembre a la noche me llamaron para decirme que había una pérdida de comunicación con el submarino, y que me avisaban porque querían que me entere antes que por los medios. En ese momento no le di mayor importancia, pero en retrospectiva era como una declaración totalmente innecesaria. Todo eso fue bastante extraño. Fue el mayor accidente naval en la historia de nuestro país, pero a nivel comunicación fueron inentendibles. Hubo un punto de inflexión cuando nos recibió Macri y casi todo el gabinete. Era una reunión hiper reservada porque tuvimos que dejar los celulares y las llaves de los autos antes de entrar. Participaron los fotógrafos oficiales pero después los retiraron. Era muy fácil decir: “Pasó esto, esta es la realidad, discúlpennos. Lo manejamos mal pero vamos a darles una solución”. Con eso se terminaba todo. Pero nos enteramos por (Eduardo) Feinmann, en A24, cuando mostró el documento que hacía mención al ingreso de agua en las baterías. Eso fue una vergüenza y lo que alimentó las dudas.
-¿Cómo fue el espionaje por WhatsApp?
-Hay un programa que se llama Pegasus, que genera errores que derivan en un recalentamiento de los celulares. También que se te borre información. Y eso nos pasó a todos. Se metieron en nuestros correos electrónicos. Te repito: fue demasiado para un simple accidente. Lo que supo la opinión pública fue que nos espiaron, pero fue mucho peor, porque nos perfilaron, sobre todo a los que salíamos más en TV y batallábamos en la causa. Nos sacaron fotografías con teleobjetivos, nos hicieron seguimientos personales, con situaciones muy siniestras como mensajes amenazantes por WhatsApp desde números que luego no existían más, autos extraños enfrente de las casas. Todo esto lo aportamos en la causa del espionaje ilegal y surgió de la propia AFI (hoy SIDE). Lo que pudimos probar fue de la propia Secretaría de Inteligencia y de manera azarosa, porque de casualidad la doctora Camaño, su interventora, por pedido del juez Ramos Padilla, encontró esa información en la oficina de la AFI acá en Mar del Plata, en un disco rígido que había sido borrado. Lo borraron mal y pudieron recuperar esa información. Imaginate todo el material que no se encontró. No obstante, gran parte del espionaje creo que tuvo que ver más con la Armada y no tanto con la AFI, porque ellos también pusieron micrófonos en las salas donde estaban los familiares.
-¿Por qué cree que los familiares eran una amenaza?
-Esa es la pregunta del millón. Yo soy muy respetuoso de lo que tiene que ser un proceso de investigación científico. Si la hipótesis oficial era la correcta, no tiene ningún sentido todo lo que te dije del espionaje. En un momento pensé que era paranoia mía por el estrés del momento, pero cuando a todos les pasa lo mismo es para sospechar.