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Privilegios de clase

MAYRA MENDOZA RECIBIÓ A CFK EN EL HOSPITAL AUSTRAL.

Las imágenes se amontonan con inusitada fuerza. Reflejan con burda nitidez las ventajas que se obtienen por pertenecer a un determinado sector. Específicamente si son parte del Gobierno o del frente electoral que llevó a Alberto Fernández a la Casa Rosada. Debe ser verdad, tal vez, que pertenecer tiene sus privilegios. Esas prerrogativas les permiten una vida diferente a la del resto de los mortales. Gozan de inéditos privilegios de clase.

La foto recorrió ayer la mayoría de los portales de noticias y los programas de televisión. También en los diarios de hoy puede observarse a la intendenta de Quilmes, Mayra Mendoza, siendo visitada por la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner en el Hospital Austral, donde se repone de la intervención quirúrgica en la que le extrajeron un tumor benigno.

Mendoza, Cristina y los tres médicos que aparecen en la escena posan sin barbijo, con llamativa naturalidad. Tampoco mantienen distancia social. Claro, seguramente ocurrió solo en el momento de tomarse la foto.

El problema es que la intendenta se dio el lujo de recibir a la líder de su espacio político en un país en el que los ciudadanos de a pie no pueden siquiera despedirse de sus seres queridos o acompañarlos en los últimos momentos de sus vidas.

GINÉS GONZÁLEZ GARCÍA REGRESÓ DE ESPAÑA SIN CONTRATIEMPOS.

Horas después se vio a Ginés González García regresando de España. El ex ministro de Salud de la Nación fue increpado por un grupo de personas que se encontraba en el Aeropuerto Internacional de Ezeiza. No era para menos. Afortunado, el hombre al que el año pasado le preocupaba más el dengue que el coronavirus y que debió dejar su cargo totalmente manchado por el escándalo del vacunatorio VIP tuvo la suerte de conseguir uno de los escasos 600 cupos autorizados para ingresar desde el exterior.

Mientras miles de argentinos están varados aguardando su turno para retornar, el ex funcionario llegó como si nada. Sí, puede ser cuestión de suerte. O de suerte definida por el privilegio de pertenecer.

Los escraches como el que sufrió Ginés constituyen una curiosa forma de violencia que se ha diseminado en los últimos tiempos. Se practican de ambos lados de la grieta política que cada vez se ensancha más en la Argentina.

La militancia kirchnerista, transformada ya en feligresía, se ensañó con todos quienes viajaron a Miami -destino símbolo del odio de clase pero que sintetiza a cualquier punto del planeta- para vacunarse o simplemente para disfrutar de sus vacaciones. Les reprochan su extracción social beneficiada. No los ofende que la mayoría de los dirigentes K disfruten de un cómodo pasar económico que no guarda relación con los crecientes niveles de pobreza que azotan a gran parte del territorio nacional.

También justifican que Ginés haya vuelto sin contratiempos de la conferencia sobre manejo de la salud en tiempos de pandemia que brindó en España. No les molesta que todavía se esté lejos de que se cumplan los desmesurados pronósticos del entonces funcionario respecto de la campaña de vacunación contra el coronavirus. O que haya repartido agentes inoculadores entre allegados al poder político en detrimento de los argentinos que mueren día a día mientras esperan que los inmunicen.

Pensar que el Presidente dijo que prefería un 10% más de pobres antes que tener cien mil vidas perdidas… Se acerca peligrosamente a esa cifra de víctimas fatales en un país con un lento ritmo de vacunación que además tiene la economía hecha pedazos por una cuarentena demasiado prolongada.

SERGIO MASSA COMPARTIÓ UN ACTO CON AXEL KICILLOF 48 HORAS DESPUÉS DE VOLVER DE ESTADOS UNIDOS.

A propósito de Alberto Fernández… El también apareció en innumerables imágenes de situaciones en las que hacía todo lo contrario de lo que les exigía a los ciudadanos. Los actos de gobierno justifican todo. Avalan, por ejemplo, que Sergio Massa, presidente de la Cámara de Diputados, haya participado de actos políticos apenas horas después de haber depositado sus pies en suelo argentino tras su gira por Estados Unidos.

Los funcionarios gozan de la preeminencia de no verse obligados a aislarse cuando vienen del exterior. De juntarse a comer sin protocolos como hizo Fernández con Evo Morales o de sacarse selfies a diestra y siniestra, de recibir visitas como Mendoza, de vacunarse saltándose la fila, de ganarse la lotería de los 600 cupos… No caben dudas de que pertenecer tiene sus privilegios. En especial si se pertenece a una clase privilegiada.