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El mecánico

Hace mucho que los argentinos perdieron protagonismo en la Fórmula 1. Ya parecen prehistóricos los gloriosos tiempos en los que Juan Manuel Fangio daba cátedra y sumaba títulos, esos en los que José Froilán González hizo posible el primer triunfo de Ferrari o los que tuvieron en Carlos Reutemann a la imagen de la esperanza. Hoy el único representante de estas latitudes en la máxima categoría del automovilismo deportivo es Nicolás Blanco, quien se desempeña como mecánico en el equipo Alpha Tauri. Su historia no sabe de victorias, pero constituye una demostración de cómo la capacidad y el afán de aprender derriban fronteras.

El cordobés Marcos Juarez, en acción.

Cordobés de Marcos Juárez, los motores siempre lo atrajeron. Ya a los 4 años daba vueltas por el taller mecánico de su abuelo. No bien terminó la escuela secundaria decidió que el automovilismo era su vida y se incorporó al equipo HRC de la Fórmula Renault. Luego pasó por el RAM Racing del Súper TC2000 y cinco años después dio el salto a Europa, apadrinado por el ex piloto Víctor Rosso, oriundo de su misma tierra.

Lo contrató el equipo JAS Motorsports del WTCC (sigla en inglés del World Touring Car Championship o Copa Mundial de Autos de Turismo), en el que le tocó atender el auto del británico Robert Huff. Eran los tiempos en los que la categoría tenía como dominador a José María ´Pechito´ López, otro cordobés que a bordo de un Citroën C-Elysée del equipo oficial de la automotriz francesa se alzó con los títulos de 2014, 2015 y 2016 relegando a sus famosos compañeros galos Yvan Muller y Sébastien Loeb.

Después de un año en JAS, Blanco, inquieto por aprender y progresar, subió su currículum vitae a la red social Linkedin y fue contactado por las autoridades de la escudería Toro Rosso. En realidad no sabía quién había reparado en él. “Yo quería mejorar. Salió una propuesta de un equipo de Emilia Romagna, en Italia, en enero de 2017, para mecánico hidráulico. Yo no sabía para qué equipo era. Hicimos una entrevista vía Skype en la que en ningún momento me preguntaron algo de mecánica durante 45 minutos de charla. Me preguntaban de mi vida solamente. Les gustó mi perfil y me dijeron que iban a pasar los datos al equipo. Pero no me podían decir de qué equipo se trataba, sólo que era de F1. ¡Casi me muero! Ahí había solo dos equipos: Ferrari y Toro Rosso (hoy Alpha Tauri)”, relató no hace mucho Blanco, de 32 años.

Llegó a los 26 a la F1 como posteriorista, es decir especialista en la parte posterior del auto. Se ocupa de la suspensión trasera de la máquina que conduce el ruso Daniil Kvyat, además de encargarse de la hidráulica y del motor. Por si fuera poco, en las carreras le toca cambiar la rueda trasera derecha de los dos monoplazas de la escudería que hasta 2019 se denominaba Toro Rosso. Allí brota la adrenalina que obliga a que la operación se realice en poco más de dos segundos.  En ese breve lapso de la reposición de neumáticos y en las interminables horas de entrenamiento y de trabajo en un taller en el que la tecnología es ama y señora, Nicolás Blanco desarrolla su pasión por los autos. Como en su Marcos Juárez natal, porque al fin y al cabo ya sea en la Fórmula Renault o en la Fórmula 1, los motores siguen siendo motores.