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Sputnik V, una esperanza en medio de las dudas

Desde el Gobierno nacional se insiste en que es inminente el acuerdo con el Instituto de Investigación Gamaleya, responsable de la vacuna rusa Sputnik V, para que ese inmunizador llegue al país. La expectativa es enorme, tanto como el afán oficial para utilizar ese desarrollo científico, aun cuando la comunidad internacional lo mira con desconfianza. Pero, ¿qué piensan los argentinos de la famosa Sputnik V?

La consultora Giaccobe & Asociados se encargó de escudriñar el humor social respecto de la vacuna. Centrándose en un universo de 2.500 consultados, les pidió que definieran con una palabra sus sentimientos respecto de este tratamiento contra el coronavirus.

De un lado, el término “Esperanza” surge en la mayoría de los votos.  Esta elección tiene una explicación evidente, pero no menos significativa. La opinión pública desea que la Sputnik V -o cualquiera de las vacunas que arribe a la Argentina- sea capaz de aliviar su sufrimiento frente a los padecimientos de la cuarentena y la acción del virus instalando ilusión y consuelo en una pronta resolución sanitaria.

La vacunación es el modelo anclado en el imaginario popular para poner fin a todos los males. La esperanza es legítima y constituye la herramienta más adecuada para volver ilusoriamente a la normalidad perdida.

Pero en la vereda opuesta, las palabras “Dudosa”, “Desconfianza”, “Peligrosa” y “Negocio” les siguen de cerca a los votos esperanzados. Esto tiene que ver con que, al mismo tiempo, el temor y las reservas que causan el hecho de que no existen garantías legítimas que permitan descansar en las decisiones y verificaciones de las autoridades sanitarias nacionales y mundiales.

Todo esto pone a la ciudadanía en un dilema. Porque el miedo al problema es a la vez el miedo a la solución. Si esto es así. La situación de encierro asfixia y aterroriza al unísono. Las consecuencias son inciertas y la salud pública mental se deteriora.

La ciencia se maneja con otros tiempos y otros códigos. Cabe recordar, al pasar, que existen virus para los cuales se busca una vacuna desde hace medio siglo sin resultado. Tal es el caso del dengue y del virus sincitial respiratorio que afecta mayormente a niños de menos de 2 años y adultos mayores. No es cuestión de apretar botones y que salga la vacuna.

En menor medida, entre los encuestados por Giaccobe & Asociados surgen definiciones contrapuestas pero igualmente contundentes: “Confiable”, “Necesaria”, “Alivio”, “Mentira”, “Incertidumbre”, “Experimental”, “Inconclusa”, “Insegura”, “Falsa” y “Miedo”.

Esa combinación de visiones positivas y negativas va en línea directa con la actitud de laboratorios y gobiernos en la carrera por tener la vacuna lo más pronto posible. Sí, lo más pronto posible. Esto no significa que se vaya a alcanzar la mejor solución esperable, pues el Covid-19 atacó de tal forma a la humanidad que la desesperación por hallar una cura -o al menos un antídoto- no inmediata, pero al menos de pronta aparición.

¿QUÉ VACUNA SE APLICARÍA?

El sondeo también reparó en una situación de suma importancia: ¿qué vacuna genera más confianza a la hora de decidir inyectarse? Esta pregunta parte de la premisa de que todos aceptan inocularse. Entonces, en función de la información que circula a través de los medios de comunicación y de los laboratorios, se les pidió a los consultados que expresaran sus preferencias sobre distintos los agentes inmunizadores.

El 51,9% de los entrevistados se mostró dispuesto a recibir la vacuna BNT162 desarrollada por la unión de la compañía estadounidense Pfizer y la alemana BioNTech.

La segunda más elegida fue la AZD1222 producida por la Universidad de Oxford y AstraZeneca -la primera en ser autorizada internacionalmente para su utilización de emergencia- consiguió la aceptación del 50,4%.

En tercer término aparece la Sputnik V, del Centro Gamalaya de Investigación en Epidemiología y Microbiología, con el 42%.

El ranking de las cinco que más confianza generan se completa con JNJ-78436735 de Johnson & Johnson, con el 38,6%, y la BBIBP-CorV, del Instituto de productos Biológicos de Beijing y la farmacéutica estatal china Sinopharm, con el 26,9%.

Al mismo tiempo, la encuesta reparó en quienes plantean objeciones a los determinados desarrollos presentados hasta el momento.

A pesar de que muchos consultados la definieron como una “esperanza” contra el Covid-19, la vacuna rusa Sputnik V es una de las que más resistencias despertó, pues la mitad de los 2.500 entrevistados dejó en claro que no permitiría que ese producto ingrese en su organismo.  La que recibió más oposición tuvo fue la china Sinopharm, con 58,3%.

Como contrapartida -y avalando el mayor grado de miradas positivas que recibió-, la vacuna de Pfizer y BioNTech es la que menos rechazos alcanzó. Apenas el 37,3% de los participantes en el estudio se mostraron reacios a ser inoculados con ella.

Sea como fuere, las vacunas son la gran esperanza. La humanidad las espera. Pero también deja en claro que las dudas son tan grandes como las expectativas.