En el cruce de Callao y Santa Fe avanza uno de los proyectos más ambiciosos del barrio norte porteño de los últimos 35 años. Se trata de OM Recoleta, un complejo premium de residencias y oficinas de 53.000 m2 que busca convertirse en el emblema de la zona, y que ha comenzado a devolver el esplendor natural a la fisonomía de este clásico porteño.
La aceptación del proyecto ha sido rotunda. El emprendimiento está vendido en un 80%. Tal ha sido el éxito de su formula que la desarrolladora NorthBaires amplió el proyecto sobre los terrenos que ocupaba el viejo cine América con la adquisición de un edificio de estilo francés de principios de siglo XX sobre la avenida Callao, para ampliar así la oferta en el exclusivo complejo.
Pese a la pandemia, los cronogramas de desarrollo avanzaron sostenidamente, corrigiendo algunos de los desfasajes que provocaron los parates impuestos por las restricciones sanitarias. La primera tanda de unidades, que tienen acceso por Marcelo Torcuato de Alvear, se entregan en 16 meses (mediados de 2022), y el barrio palpita ya una suerte de renacer estético y conceptual.
¿Cuál es el diferencial que explica que, pese al contexto económico, el desarrollo sea un éxito de ventas? Según los protagonistas, es el resultado de la combinación de tres factores: la oferta de propiedades exclusivas que integran confort moderno y clacisismo europeo desplegadas sobre casi un tercio de manzana de un barrio sin espacios, sumada a la certeza de que en Recoleta el ladrillo es el mejor refugio de valor y a que el comprador sabe que no encontrará en la zona la oferta de amenities y servicios que le garantizan seguridad y calidad de vida en un barrio clásico.
