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Bielsa siempre divide las aguas

Todos los futboleros aguardaban el debut del Leeds en la Liga Premier inglesa. En realidad, esperaban ver a Marcelo Bielsa, como si el técnico argentino hiciera goles o los evitara. Como si fuera capaz de tejer una jugada maravillosa o de efectuar una salvada milagrosa. El Loco es mucho más que su equipo. Lo es para quienes deciden adjudicarle al rosarino un rol decisivo en la historia del fútbol mundial y para aquellos que, por el contrario, le colocan el eterno rótulo de entrenador fracasado por cargar con el peso del papelón con la Selección nacional en el Mundial 2002. Bielsa siempre divide las aguas.

Resulta que Leeds, un conjunto de modestas posibilidades y sin figuras de esas que capturan las miradas del gran público, perdió 4-3 como visitante con el campeón Liverpool. Y aquí empieza el extraño efecto que causa Bielsa en el ambiente del fútbol. Unos lo aplauden pese a la derrota porque jamás renunció a la noción de protagonismo permanente en el desarrollo del juego que él pregona para sus equipos. Otros le achacan haber sucumbido a manos del mejor conjunto inglés en acciones que dejaron expuestas notorias fallas defensivas. Siempre es así. Blanco o negro, sin grises.

Lo peor del caso es que los dos bandos en pugna tienen razón. Al menos, un parte de ella. Leeds, un  equipo recién ascendido, procuró atacar siempre a su calificado adversario. Incluso hasta lo superó en el rubro de posesión de la pelota, un ítem en el que muchos creen percibir la verdad del fútbol como si tener el balón fuera más importante que saber qué hacer con él. También es cierto que dos de los goles del Liverpool llegaron a través de deficiencias de los de Bielsa en la marca en acciones con pelota detenida. Los primeros, incluso, hasta creen encontrar una excusa en el hecho de que la mitad de los tantos de las huestes del alemán Jürgen Klopp haya llegado desde el punto penal.

En el curioso mundo en el que sólo se puede estar a favor o en contra de Bielsa cualquier argumento es válido para aplaudirlo hasta deshacerse las manos o para defenestrarlo sin piedad. A nadie sorprende la propuesta ofensiva del rosarino. Unos la enarbolan como la bandera de una lucha de los menos favorecidos por el destino contra los poderosos, casi como una cuestión reivindicadora de clase; otros le asestan furibundas críticas porque no mide el poder del adversario de turno y juega igual contra todos.

KLOPP Y BIELSA, RESPETO MUTUO.

La cuestión es que, pese a su mayor predominio en el rubro tenencia de pelota, Leeds fue menos incisivo que su oponente. Sus jugadores remataron en busca del gol 6 veces contra 22 del Liverpool. Este tampoco es un dato concluyente, pues el fútbol, imprevisible, se ríe de las estadísticas. El equipo del universalmente respetado Klopp -por cierto un DT que siempre elogia a su colega argentino- hizo realidad el triunfo apenas dos minutos antes del final del partido. Para la legión de adoradores del Loco eso representa una virtud por el esfuerzo que el campeón debió hacer para ganar. Del otro lado, reprochan que en su desmesura por atacar no supiera cuidar el empate.  Definitivamente, no hay peor cosa que los bielsistas y los antiBielsa. Y está claro que, pase lo que pase, Bielsa siempre divide las aguas.