La Albiceleste es violeta. Por el curioso ingenio de los diseñadores textiles, la camiseta alternativa de la Selección argentina en Qatar 2022 tendrá ese llamativo color. Con la excusa de vestir al equipo de Lionel Scaloni con una indumentaria con “perspectiva de género”, Adidas pergeñó un modelo insólito. Una demostración más de que la fiebre mundialista lo puede todo. Para bien y para mal.
No parece una misión complicada buscar en la paleta un tono que identifique a la Selección. Históricamente, cuando no salió a la cancha ataviada con su clásico uniforme celeste y blanco, Argentina apeló al azul. Basta recordar el inolvidable gol de Diego Maradona a Inglaterra en México ´86 para que afloren imágenes sublimes teñidas con ese color.
Hasta la derrota a manos de Alemania en la final de Brasil 2014, el azul -más o menos claro o con algún que otro detalle en celeste y blanco- fue el matiz de moda. Salvo por el innovador diseño negro -muy bonito, por cierto- de Rusia 2018, la cuestión parecía no ser materia de debate. Con los colores no se juega.
Es verdad que Adidas logró en los últimos tiempos una torpeza inverosímil: hizo que la casaca albiceleste perdiera su encanto permanente cuando le dio una apariencia de camuflaje para una guerra librada en una cancha de fútbol. Solo el histórico triunfo del equipo liderado por Lionel Messi en la Copa América del año pasado impidió que esa vestimenta naufrague en el mar de los malos recuerdos que dejan algunos diseños.
En este punto es preciso librarse de sentimentalismos baratos y establecer que la camiseta de la Selección no es la bandera nacional. Por lo tanto, no constituye una herejía insinuar que una camiseta es fea. La patria no se defiende en la cancha.
CURIOSA ELECCIÓN
Ahora, la marca de las tres tiras -antiguo latiguillo del periodismo de otros tiempos- cometió una tropelía imperdonable. “La nueva remera alternativa de la Selección transmite un poderoso mensaje de igualdad de género, alineado a los valores de diversidad e inclusión que nuestra marca promueve. A través del deporte tenemos la oportunidad de cambiar la vida de las personas, y el fútbol es uno de los instrumentos ideales para transformar la realidad”, expresó el gerente general de Adidas Argentina, Pablo Lamo, en un comunicado difundido por la empresa.
Resulta paradójica la elección de la compañía alemana para afrontar un Mundial en un país como Qatar, en el que las nociones de igualdad, diversidad e inclusión suenan a ciencia ficción. Aclaración importante: la camiseta es linda. No para la Selección.
Si la intención era provocar, el diseñador que ideó la nueva camiseta, hizo un golazo. Se alzaron las voces a favor y en contra. Era lógico: el modelo no podía pasar inadvertido.
Hasta permitió que el community manager de Sacachispas se luciera como tantas otras veces contándole al universo de Twitter que “Leo es de Saca”. Obviamente el tuit -otra genialidad de una cuenta digna del aplauso- está acompañado de una foto de Messi con la flamante prenda. El Lila y la Selección, un solo corazón.
Argentina fue siempre celeste y blanca. Bueno, en realidad no es así. Los colores que se consideran tradicionales fueron adoptados en 1908. Cuando el equipo nacional jugó su primer partido oficial el 20 de julio de 1902 vestía camiseta celeste. Recurrió en algunas ocasiones al azul y en otras al blanco hasta que la inspiración o la casualidad (a falta de una versión oficial, se puede escoger a gusto) le dieron vida a la combinación que hoy por hoy constituye un símbolo de identidad en todas las latitudes del planeta futbolero.
En sus participaciones mundialistas el Seleccionado nacional usó cuatro camisetas: la celeste y la blanca, la azul, la negra y la amarilla… Sí, en el debut en la Copa del ´58 Argentina no disponía de una casaca alternativa que evitara las confusiones de los primitivos espectadores televisivos del duelo con Alemania Federal. El recurso más simple e improvisado fue usar los colores del club sueco IFK Malmö, que las prestó para salir del apuro.
UNA TENDENCIA FATAL
Las atrevidas apuestas de Adidas no son universales. La empresa no se permite experimentar cuando viste a Alemania. Y nunca falla: las prendas de ese seleccionado son siempre sobrias y hermosas. Lo mismo pasará en Qatar 2022, con dos modelos fabulosos.
La proclamada perspectiva de género no se desperdigó en otras selecciones que lucen camisetas de esa marca. Quizás otra movida arriesgada haya sido la casaca suplente de España, un modelito celeste con un artístico degradé que habría espantado a los recios peninsulares que antes de apostar por el fútbol ofensivo y estéticamente bello de la escuela del Barcelona se jactaban de ser La Furia Roja.
Lo que no se animó a hacer con Alemania y en cierta medida con España, Adidas lo hizo con México. Confeccionó una hermosa prenda verde para el uniforme titular, pero se le ocurrió uno suplente con un exótico recurso que procura homenajear las raíces aztecas. Tal vez para el público mexicano sea una genialidad, pero para el ojo neutral no se antoja atractivo.
Pero no solo Adidas se destaca por su particular sentido de la innovación. Puma demostró una suerte de apatía creativa y desplegó un patrón repetitivo y poco ingenioso para Uruguay, Suiza y Serbia. Por suerte únicamente tomó esa determinación para las camisetas suplentes, ya que la clásica celeste de los rioplatenses y la verde de Camerún son bellísimas.
Hace rato que Ecuador tiene como proveedor a la empresa Marathon. El conjunto orientado técnicamente por Gustavo Alfaro vestirá dos modelos espectaculares. En particular, el azul suplente es francamente maravilloso.
El recorrido es caprichoso y no tan extenso. Tal vez constituya un intento de olvidar por un rato lo que se consigue en nombre de la originalidad. No se trata de rendirle un enfermizo culto a la tradición ni de rasgarse las vestiduras por abrazarse a las revoluciones culturales que se van impregnando en la sociedad. El tema es no hacerse goles en contra. Y mucho menos si están teñidos de violeta.