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Los desafíos de transportar y almacenar la vacuna de Pfizer

La vacuna contra el coronavirus de la compañía estadounidense Pfizer y la alemana BioNTech se convirtió hoy en la primera en recibir autorización de uso de emergencia después de presentar resultados preliminares de su estudio clínico de fase 3 al ser aprobada por la Agencia Reguladora de Medicamentos y Productos Sanitarios (MHRA) del Reino Unido, que podría comenzar a vacunar en los próximos días.

El producto requiere una temperatura de conservación de 70 grados bajo 0 (-70°C) y si bien las empresas anunciaron que desarrollaron transportadores especiales que sólo necesitan hielo seco y luego se pueden utilizar para almacenar por 30 días, los especialistas advierten que igual la logística será complicada en algunos países.

Esta temperatura se equipara a algunas de las más bajas registradas en la Antártida y es mucho menor que la que cualquier congelador común puede ofrecer, lo cual obstaculizará el almacenamiento y distribución de las vacunas.

Hasta Pfizer reconoció los «desafíos relacionados con la fórmula a temperaturas ultrabajas de su vacuna y los requerimientos de almacenamiento, distribución y administración».

Transportar la vacuna de Pfizer y BioNTech desde la fábrica hasta el brazo del paciente será una «operación logística descomunal», dijo a la cadena BBC Matt Hancock, ministro de Sanidad de Reino Unido, país que anunció sus intenciones de comenzar a vacunar a la población antes de navidad si se aprueba el compuesto.

Y es que la mayoría de otras vacunas, incluyendo algunas contra el Covid-19 como la de AstraZeneca y la Universidad de Oxford no requieren temperaturas bajas tan extremas para su conservación, y por ello no existe una infraestructura extendida con estas condiciones.

LA DISTRIBUCIÓN

Algunas de las compañías de logística más importantes del mundo anunciaron su compromiso de formar parte de la red de distribución necesaria para combatir el coronavirus.

«Tenemos nuestra mira puesta en las necesidades y demandas relacionadas con las vacunas y los test, y estamos preparando nuestra red para apoyar operaciones urgentes que pueden salvar vidas», dijo un portavoz de la empresa de logística estadounidense UPS a BBC Mundo.

UPS, FedEx y DHL, por ejemplo, han invertido millones de dólares en la construcción de nuevas instalaciones en sus centros de distribución diseñadas para almacenar miles de dosis cuando se aprueben las vacunas.

Estas instalaciones cuentan con sensores térmicos y congeladores especiales, capaces de enfriar a menos de -80° C.

Pfizer, por otra parte, ideó una bolsa de transporte especial del tamaño de un maletín estándar, empaquetada con hielo seco y sensores GPS. Estas cajas, en principio, podrían contener hasta cinco mil dosis con la temperatura correcta durante 10 días, siempre y cuando permanezcan cerradas.

El hielo seco -dióxido de carbono en estado sólido- es necesario para mantener temperaturas tan bajas, de acuerdo con la Asociación de Gas Comprimido (CGA por sus siglas en inglés) de Estados Unidos.

Este año la pandemia afectó la producción de compuestos base de hielo seco como el etanol y el hidrógeno, lo cual provocó un déficit del producto.  Pero CGA se comprometió a producir lo suficiente para satisfacer la demanda.

OPERATIVO DESCOMUNAL

Las vacunas se transportarían por aire y tierra, potencialmente almacenándose en instalaciones de distribución y siendo luego llevadas a centros de salud locales como clínicas, farmacias, hospitales y cualquier lugar donde se administren.

Se trata de un desafío extra, pues muchos centros de atención primaria comunes no cuentan con la tecnología necesaria para mantener la vacuna durante mucho tiempo.

Hasta al Reino Unido, una de las principales economías del mundo, le parece «descomunal» el operativo necesario para transportar las vacunas. Está claro que esta situación sería todavía más difícil en las zonas rurales y los países pobres o en vías de desarrollo en Asia, Africa y América latina.

Al respecto, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) destacó que transportar una vacuna ultrafría es un desafío para todos los países. «No sólo en América latina y el Caribe, ningún país del mundo cuenta con las condiciones necesarias para transportar y distribuir una vacuna novedosa como la de Pfizer, que requiere condiciones más frías de lo habitual», dijo el doctor Jarbas Barbosa, subdirector de la OPS, durante una conferencia de prensa virtual.

Sin embargo, aclaró que la inversión se destinará principalmente para mejorar las infraestructuras de distribución y transporte, ya que «esta vacuna puede conservarse en una sala de vacunación entre 2°C y 8°C por un máximo de 5 días».

Pero incluso en países con menos recursos, estas misiones han demostrado ser viables en el pasado.

«El reto de almacenar estas vacunas no es insuperable y así lo ha demostrado la República Democrática del Congo. La actual vacuna contra el ébola requiere un almacenamiento similar de entre -70°C y -80°C, y aun así pudo vacunar a 300 mil personas durante la epidemia reciente en el este del país», apunta Covax, una alianza de varias organizaciones y gobiernos centrada en la distribución equitativa de vacunas a nivel mundial.

Claro que, no es lo mismo organizar una campaña de vacunación para combatir un brote en un país determinado que hacerlo a nivel mundial.

Para nuestro país también constituye un problema enorme. Emilio Malchiodi, profesor titular de la Cátedra de Inmunología de la Facultad de Farmacia y Bioquímica, UBA y director del Instituto de Estudios de la Inmunidad Humoral (UBA-Conicet), señaló que «esto es posible de implementar en las grandes ciudades y en países con cierta infraestructura, pero puede ser una complicación para muchos lugares».

EMILIO MALCHIODI.

«En Argentina, por ejemplo, aunque su estructura de vacunación es la mejor de América latina e incluso está al nivel de los países más desarrollados, toda la organización contempla vacunas que requieren una conservación entre 2 y 8 grados (a excepción de la Sabin que requiere menos 20), por lo que demandaría crear de una capacidad operativa muy compleja», añadió.

El especialista señaló que «hay que tener en cuenta que hay muy pocos lugares que venden hielo seco, aun en la Ciudad de Buenos Aires, y muy pocas instituciones cuentan con refrigeradores de -80°C».  Malchiodi dio un ejemplo contundente de los contratiempos que genera la operación: «Por ejemplo, en la facultad tenemos tres freezers de -80°C pero están repletos de reactivos caros y muestras irremplazables».

Tanto la Organización Mundial de la Salud como Unicef llevan años instalando almacenes de frío en países con menos recursos.

«En las cadenas de suministros estamos preparados para esperar lo inesperado pero la escala, complejidad y capacidad de esta operación no tiene precedentes», comentó a la BBC el profesor Michael Bourlakis, de la Escuela de Negocios Cranfield en el Reino Unido.