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Lo que el subsidio nos da, la inflación nos quita

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La economía como sistema no permite que se realicen abordajes por completo puntuales o específicos sin contemplar el impacto o las consecuencias que determinadas medidas terminan por tener en el todo. Es su esencia sistémica, justamente, la que la vuelve tan compleja a la hora de querer corregir determinados desajustes.

En el caso del marcado incremento de los subsidios a la energía, ocurre que el consumidor siente por un lado el alivio de no tener que abonar facturas onerosas fruto del servicio consumido, pero ignora que termina por pagar la cuenta de manera indirecta. El efecto es menos inmediato pero igual de doloroso.

En un país deficitario como la Argentina, que el Estado salga a cubrir las cuentas de los privados implica dos posibilidades: o gasta los dólares que no tiene o, lo más probable, financia esto a través de la emisión monetaria o el endeudamiento. Por estas horas, agotada la posibilidad de tomar deuda, todo entonces es maquinita.

Ese mecanismo por el cual el Estado absorbe los costos de la energía consumida por los privados deriva entonces en emisión monetaria e inflación. Todo lo que el privado no pagó por las buenas, boleta en mano, lo pierde con la depreciación de sus ingresos frente al incremento sostenido de los precios de todo el resto de los bienes que consume. Esta introducción que puede ser algo extensa viene de la mano de los últimos datos publicados en materia de subsidios. Si hubiera que ponerle un adjetivo, escalofriante podría ser uno de ellos.

Según datos de ASAP, difundidos por el Instituto Argentino de Energía General Mosconi, hacia julio de este año las transferencias para gastos corrientes (los subsidios energéticos) aumentaron 100,5% respecto al año anterior. Esto implica mayores subsidios por la suma nominal de $ 109.553 millones en acumulados a julio de 2020 respecto a igual periodo de 2019. Tomando la cotización del dólar mayorista promedio del periodo, los subsidios energéticos sumaron aproximadamente u$s 3.300 millones acumulados a julio de 2020. En cuanto a la desagregación de los subsidios energéticos, según el IAE General Mosconi, las ejecuciones presupuestarias más importantes acumuladas a julio de 2020 fueron para CAMMESA ($152.061 millones o u$s 2.320 millones) que se incrementó 157% i.a y ocupó el 70% de las transferencias realizadas; para IEASA ($33.526 millones o u$s 511 millones) con un incremento del 37,7% y para el Plan Gas no convencional ($15.611 millones o u$s 238 millones) con un incremento del 33%.

Esta dinámica en el comportamiento de los subsidios a CAMMESA a partir del abril responde a las crecientes necesidades financieras derivadas de tres factores: 1) la brecha entre costos y precios de la energía. 2) la baja cobrabilidad de las distribuidoras por el ASPO que derivan en deudas con CAMMESA y mayores erogaciones corrientes por parte del Estado Nacional. 3) por el pago de deudas de CAMMESA con generadoras durante el periodo.