Inicio Política/Economía Cristina quiso «ablandar» a Guzmán y le envió a dos sindicalistas

Cristina quiso «ablandar» a Guzmán y le envió a dos sindicalistas

Primero le dijo que no a uno y después al otro.


La semana venía muy complicada para el ministro de Economía, Martín Guzmán, ya que su nombre figuraba en la lista de los funcionarios que no funcionaban, según las palabras de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner.
Consumada la catástrofe de las PASO en el Frente de Todos, la vicepresidenta comenzó a pedirle cambios «al presidente que ella puso en ese lugar». Su meta de mínima era desgastar la figura del ministro de Economía y así forzar su salida junto con la del ahora ex jefe de Gabinete y hoy canciller, Santiago Cafiero.


Para el operativo apriete, Cristina le encomendó a dos sindicalistas de su riñón que fueran a hablar directamente con Guzmán: el propósito no era otro que pedirle un salariazo para poner plata en los bolsillos de la gente y así, de cara al 14 de noviembre, empezar a intentar revertir el sopapo electoral que le pegaron al kirchnerismo el 12 de septiembre en todo el país.
Palabras más, palabras menos, los dos sindicalistas fueron hasta el despacho de Guzmán a pedirle plata para la campaña. Primero fue el turno del docente y diputado K Hugo Yasky. Al día siguiente fue el preceptor y líder del gremio docente bonaerense de Suteba, Roberto Baradel, quienes debieron convencer a Guzmán del pedido explícito que le había hecho Cristina.


¿Qué le reclamaron en realidad ambos enviados? En primer término un aumento generalizado de salarios tanto públicos como privados, «respaldado» con emisión monetaria. Guzmán dijo no. Y les explicó que darle a la maquinita de hacer billetes elevaría aún más los astronómicos niveles de inflación que tiene la Argentina ya que todo se trasladaría a precios. Electoralmente, ese escenario sería aún más contraproducente para las aspiraciones del kirchnerismo de poder dar vuelta la elección.
¿Cuál fue el segundo pedido? «Ahí tenés la plata del Fondo Monetario. Agarrala que con eso ganamos», escuchó el ministro. Guzmán miró al sindicalista, meneó su cabeza de lado a lado como dibujando varios no y, como era de esperar, se plantó ante Cristina y sus exigencias.

Las caras de la derrota el domingo de las PASO. Alberto Fernández, Cristina Fernández de Kirchner y Sergio Massa.


Tal desplante irritó sobremanera a la presidenta del Senado que, en un intento de vaciar de poder al Presidente, ordenó renunciar, de a uno en fila, a ministros y funcionarios que le responden como método de presión para forzar a Guzmán y Cafiero a dejar el Gabinete. En síntesis, amigo lector, días más tarde, el Presidente echó a los que no renunciaron y ratificó a quienes sí habían enviado una suerte de WhatsApp de despedida que no fue. Una renuncia es tal cuando la palabra indeclinable también está escrita.
Como manotear los dólares del FMI era el plan y Alberto no tuvo mejor idea que decir que él mandaba en su Gobierno y decidía qué hacer y qué no, la explosiva carta que Cristina del jueves lo sacó de su mundo paralelo y lo devolvió a la órbita terrestre.
«Siempre le plantee al Presidente lo que para mí constituía una delicada situación social y que se traducía, entre otras cosas, en atraso salarial, descontrol de precios – especialmente en alimentos y remedios- y falta de trabajo», le esrostró Cristina.

MIEDO A PERDER EL PODER

Y lo emplazó a sentarse con su ministro de Economía -al que nunca pretendió reemplazar, dijo- y derramar dinero del FMI para la campaña: «El año pasado, con ocasión de presentarse el presupuesto, se estableció que el déficit fiscal iba a ser del 4,5% del PBI sin pandemia a partir de marzo del 2021 -situación que no se verificó como es de público y notorio-. Cada punto del PBI en la actualidad es alrededor de $420.000 millones. A agosto de este año, a cuatro meses de terminar el año y faltando apenas unos días para las elecciones, el déficit acumulado ejecutado en este año era del 2,1% del PBI. Faltan ejecutar, según la previsión presupuestaria, 2,4% del PBI… más del doble de lo ejecutado y restando sólo cuatro meses para terminar el año… No estoy proponiendo nada alocado ni radicalizado».
Para la vicepresidenta inyectar casi 1 billón (con b) de pesos no es una idea alocada. Al fin y al cabo, acostumbrarse a vivir con una inflación anual del 50% tampoco lo debería ser.


Las PASO y la posterior pelea AF-CFK dejó mal herido al Frente de Todos. En el medio, y también golpeado por el resultado, apareció el papel «componedor» de Sergio Massa, no por su rol de salvador en esta historia de golpe palaciego sino porque que teme que las peleas le evaporen su cuotita de poder dentro de la coalición gobernante.
El presidente de la Cámara de Diputados perdió en su pago chico: Tigre. Tiene parte de su gente en posiciones ministeriales como Transporte y varios entes, por caso su esposa Malena Galmarini está en la presidencia de AySA.
Pero lo que realmente desvela a Massa es que si en noviembre la tendencia no se revierte y la oposición logra un triunfo clave como en las primarias, a fin de año perdería inexorablemente la presidencia de la Cámara de Diputados ya que el 10 de diciembre entraría a tallar la nueva conformación de legisladores. Así, el tigrense se enfrentaría a su peor escenario de cara al 2023: poder mermado y escasas chances de suceder a Alberto Fernández.