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¿Cómo ve la Argentina a Juan Grabois?

Las tomas de tierras son un fenómeno que se ha disparado en los últimos tiempos. Las usurpaciones cuentan con el tibio amparo del Gobierno nacional con el pretexto del déficit habitacional que jaquea a la Argentina. A contramano del débil -por no decir inexistente- cuestionamiento oficial a esta violación de la propiedad privada, la sociedad tiene una firme posición tomada: defender lo suyo y fustigar a quienes lideran este tipo de acciones delictivas. En este contexto, Juan Grabois, la cara visible de este movimiento que se siente con el derecho de adentrarse en cuanto terreno libre encuentre, es una figura que despierta un marcado rechazo de gran parte de la población argentina.

En una encuesta realizada por la consultora Giacobbe & Asociados entre el 27 y el 29 de octubre quedó expuesta la imagen altamente negativa del líder de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP). El trabajo, que se realizó a través de encuestas por teléfonos celulares en un universo de 2.500 encuestados, se basó en un método simple: pedir que se defina a Grabois con una palabra. De ese modo, cuantas más veces se repitiera un determinado término, más amplio se vería en un cuadro en el que aparecía cada una de esas expresiones.

“Delincuente” es la palabra más pronunciada por los consultados por Giacobbe & Asociados. Esto refleja nítidamente la asentada creencia de que las tomas de tierras constituyen un delito, en una mirada que se contrapone con la complaciente postura gubernamental.  La abrumadora utilización de ese vocablo es la manifestación más evidente de la reacción que genera la figura de este referente de la economía popular, pero, en una prueba de que esa mayoritaria opinión no es casual, otras palabras que también resaltan son tan negativas como “delincuente”: “ladrón”, “chorro” y “vago”.

ANTISISTEMA

Estas definiciones dejan sentada la lectura de que tomar tierras es delinquir. Sin embargo, Grabois, que es abogado, justificó estas acciones con la premisa de que “ocupar no es usurpar”. La idea de que “toda familia que se mete en un terreno lo hace por necesidad” constituye un argumento que roza la ilegalidad y que deja expuesto a un dirigente que no duda en interpretar las leyes a su medida, de manera de encontrar una explicación para procederes que son lisa y llanamente crímenes contra la propiedad privada.

La opinión generalizada confirma que Grabois emerge como un referente de un sector de la sociedad que se siente con el derecho de vivir al margen de las leyes, en una posición que piadosamente se podría entender como “antisistema”, pero que agiganta la contradicción en torno de una figura política con estudios de derecho que interpreta con apreciable doble vara qué es condenable legalmente y qué no lo es.

También resulta contradictorio que Grabois, de marcada conducta en contra de las instituciones, tenga una pública llegada al papa Francisco, quien conduce la Iglesia Católica, es decir la institución más tradicional y poderosa del mundo occidental.  

La segunda opción en la lista de palabras elegidas por los encuestados aporta un dato curioso. “Desconocido”, dijeron muchos de los entrevistados en una llamativa elección, pues en los últimos tiempos Grabois ha tenido un marcado protagonismo en el escenario político nacional a partir de la usurpación de las tierras de la familia Etchevehere en Entre Ríos. El dirigente social, en su rol de asesor letrado de Dolores Etchevehere y con el aval de su representada, ingresó con un grupo de sus seguidores en esa propiedad que estaba siendo objeto de un conflicto familiar que derivó en una causa judicial.

Dolores Etchevehere permitió el ingreso de Grabois y su gente con la excusa de poner en práctica un proyecto de agricultura popular, pero la Justicia determinó que la hermana de Luis Etchevehere, ex titular de la Sociedad Rural Argentina (SRA) y ministro de Agricultura durante la presidencia de Mauricio Macri, había cedido su parte a una sociedad constituida formalmente y no tenía derechos legales para disponer de esa propiedad.

“Fue una derrota”, sentenció el propio Grabois al conocer el fallo, pero también dejó en claro que su cruzada no se detendrá y que seguirá intentando impulsar lo que él considera como una solución para un mal endémico del país.

Muchos encuestados también definieron al dirigente social como “luchador”, lo que también confirma que cierta porción de la sociedad entiende que Grabois representa a un sector de la Argentina que padece el déficit habitacional de un país extenso y configurado geográficamente para el hacinamiento y el desamparo.