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Wi-Fi y el futuro: ¿Por qué debería importarnos?

Por Pablo Marzocca *

Sentado en el living de mi casa, que durante la semana hace las veces de home office, intento contar los dispositivos a mi alrededor conectados a la red Wi-Fi: notebook, tablet, smartphone, impresora, TV, consola de videojuegos, aspiradora robot y un hub que controla luces automatizadas. El Covid-19, que nos llevó a trabajar, entretenernos y socializar desde nuestras casas, aceleró una tendencia que ya existía: tenemos cada vez más dispositivos inalámbricos conectados a nuestras redes hogareñas.

Bajo cualquier estimación, la tendencia sigue vigente. La consolidación comercial de la realidad virtual (VR) y realidad aumentada (AR), así como la proliferación de los llamados wearables, dispositivos de baja potencia incorporados a ropa y accesorios, implicará más presión sobre nuestras redes Wi-Fi.

En términos técnicos, las redes Wi-Fi funcionan sobre lo que se conoce como “espectro de uso libre”, frecuencias de espectro radioeléctrico que pueden utilizarse sin necesidad de obtener un permiso o concesión, mientras se respeten parámetros de operación y límites de potencia. En 1997, en los inicios del Wi-Fi, se usaba en forma libre la banda de 2.4 GHz, con una velocidad máxima teórica de 2 Mbps. En 2009, reguladores en todo el mundo habilitaron la banda de 5 GHz para el estándar Wi-Fi 4, con velocidad máxima teórica de 600 Mbps. Sin embargo, en los últimos diez años y a pesar del aumento de dispositivos conectados y la descarga u “off-loading” de redes 3 y 4G en Wi-Fi, el espectro libre disponible para esta tecnología no se incrementó.

La consecuencia es intuitiva: la misma cantidad de espectro, pero con muchos más dispositivos conectados, impacta directamente en la latencia y velocidad de las conexiones, independientemente de qué servicio de Internet paguemos, o qué tan moderno sea el hardware que usamos.

En parte para intentar resolver este problema, en 2019 se lanzó un nuevo estándar, conocido como Wi-Fi 6. Wi-Fi 6 no solo tiene una velocidad teórica de hasta 10 Gbps, sino que también incorpora diversos avances técnicos para disponer de redes mucho más eficientes y seguras, pensando especialmente en múltiples dispositivos y en el avance del Internet de las Cosas (IoT), que augura un aumento exponencial en el número de conexiones.

Pero consolidar estos beneficios requiere sumar espectro de uso libre adicional en la banda de 6 GHz (5925-7125 MHz). Gigantes tecnológicos como Samsung, Apple, Broadcom, Facebook, Intel y Microsoft han invertido miles de millones de dólares en el desarrollo de teléfonos móviles, televisiones, chips, routers, computadoras, wearables y un sinfín de novedosos dispositivos Wi-Fi 6 que ya están siendo comercializados. En respuesta, gobiernos y reguladores en muchos países han actuado oportunamente y decidido avanzar con asignaciones de espectro adicionales.

Hay expectativas de una impactante generación de valor económico. El Dr. Raúl Katz estima que en México el uso no licenciado de la banda de 6 GHz generará aproximadamente 150 mil millones de dólares. Por su parte, la Dynamic Alliance Spectrum (DSA) estima que el valor económico generado en Brasil sería de 183 mil millones de dólares. En Argentina, la promesa es enorme, en especial cuando se considera cómo el Wi-Fi de última generación podría revolucionar la actividad agropecuaria, conectando sensores, dispositivos, tractores y smartphones y aumentando aún más la productividad.

En América, la Comisión Federal de Comunicaciones de Estados Unidos fue pionera en abrir la banda de 6 GHz para uso libre en abril de 2020. Chile, Guatemala, Honduras y Brasil siguieron y, en abril de este año, Costa Rica y Perú decidieron también destinar por completo la banda de 6 GHz para uso libre.

El tema se encuentra actualmente en estudio en Colombia y México, mientras se espera una decisión favorable de parte del regulador canadiense. En Argentina, en diciembre del año pasado, la Subsecretaría TIC abrió una consulta pública para la reglamentación de Wi-Fi 6E que se enfocó, a diferencia de la gran mayoría de países, en solo una parte de la banda de 6 GHz (5925-6425 MHz). Mientras el tema sigue en estudio y a la espera de definición, es importante subrayar el riesgo de que el país se quede atrás, rezagado respecto de Brasil y México, en una de las decisiones de política de conectividad más relevantes de la última década, con las oportunidades para consumidores y empresas que ello implica.

Más allá de lo técnico y de lo político, y de cara a la decisión regulatoria argentina, es importante considerar algo simple: cuánto una buena conectividad Wi-Fi impacta en nuestra vida cotidiana y hace a nuestra calidad de vida, y cómo ello será cada vez más importante en el futuro.

*Analista de Access Partnership y Master en Políticas Públicas por la Universidad de Oxford. Fue Jefe de Gabinete del Programa Argentina 2030 de Presidencia de la Nación entre 2018 y 2019.